lunes, 31 de enero de 2011

NO UN DOMINGO CUALQUIERA

Domingo, día soleado, me acuerdo de los domingos como un día familiar, hace muchos años que se fue una persona muy querida, aunque tengo que reconocer que al principio tuvimos algunas diferencias, pero luego el cariño y la estimación se fueron acrecentando, estoy hablando de Antonio, el tío de mi esposa, Antonio era un hombre ya de avanzada edad cuando lo conocí pero su carácter bonachón y su peculiar manera de bromear lo hicieron una persona entrañable, y los Domingos era un día muy especial cuando muy temprano nos venía a visitar, mi suegra que es su hermana se encargaba de recibirlo ni bien cruzaba la puerta Antonio ya estaba preguntando por mí, él era una persona robusta, alta y muy alegre, a veces sus bromas eran con segunda y había que captar el mensaje gran tipo el tío Antonio.


Un Domingo con él no era un Domingo cualquiera, era un día muy especial, llegaba con sus bolsas y decía que se había ido al mercado y había hecho algunas compras ,ponía en la mesa y extraía de las bolsas el pescado fresco que había comprado y animaba a su hermana y sus sobrinas a preparar un rico cebiche, mientras él me invitaba para ir a una tienda a comprar las respectivas chelas, y su infaltable botella de vino, hubieron muchas ocasiones en que terminábamos mareados a punta de vino, recordaba sus andanzas en sus años mozos y hasta derramaba algunas lagrimas.

Esa rutina se repitió por años, y ese lazo amical y familiar se acrecentó cada Domingo que venía a la casa, cuando mientras preparaban los almuerzos, las patascas, los cuyes, los cebiches, nosotros sentados frente al televisor viendo un partido de futbol, y tú con tus ocurrencia puteando a los malos jugadores de nuestro futbol y las carcajadas que seguían para festejar tu bromas.

Pasé muchos ratos agradables con tu presencia, hasta una vez logramos encontrarnos en una fiesta allá en tu tierra en Mantaro, gratos momentos contigo “Toño”, hasta que un día te pusiste mal, llegaste a parar al hospital luego de varios meses saliste, pero ya no eras el mismo, la última vez que viniste a la casa te faltaba el aire y hablabas poco, aun así nos fuimos a la tienda a comprar el vino que tanto te gustaba aunque no bebiste lo disfrutaste pero ya estabas mal, tus pasos eran más lentos y la maldita tos que no te dejaba tranquilo.

Hasta que un día de Julio, justo el día del cumpleaños de mi hija, te fuiste para siempre “Toño”, fue a la hora del almuerzo que nos enteramos, en la noche estuve acompañándote en tu velorio y al día siguiente te lleve en hombros a tu última morada como pesabas “Toño”. Hoy Domingo después de muchos años he venido a visitarte.aqui en este cementerio discúlpame por no venir mas antes no se por qué no vine antes, pero acá estoy parado junto a tu tumba recordándote como eras, y hoy no es un Domingo cualquiera es un Domingo especial contigo y tus recuerdos “Toño”.