Hace un buen tiempo dejé de comunicarme contigo, la última vez que te vi nos tomamos un café y hablamos de muchas cosas, allí note que algo en ti no estaba bien, y muy serena tú me confiaste que tu cáncer estaba siendo tratado, y que tus sesiones de quimioterapia eran horribles pero lo tenias que hacer porque querías seguir viviendo.
Desde aquella vez sólo hablamos por teléfono algunas veces y tu voz ya se escuchaba diferente, te di valor para seguir adelante y me lo agradeciste yo quería verte, pero te esforzaste en decirme que no podía ser, y pude percibir que había gente a tu lado, luego me contaste que era tu familia que estaba allí contigo, me agradeciste por haberte llamado, nuevamente te di aliento para que sigas luchando y me despedí prometiéndote que te llamaría mas seguido.
Mis llamadas fueron mas seguidas pero no encontraban eco nunca, tu celular solo timbraba pero nunca respondiste, pensé que te habían robado el teléfono y no insistí más.
Han pasado algunos meses y no sé por que me dieron ganas de marcar tu número hoy para saludarte, pero esta vez una persona que no eras tu me contestó, respetuosamente pregunté por ti, y el silencio inesperado de mi interlocutor me tomó por sorpresa, luego de unos segundos se identificó como tu hijo y algo nervioso me dijo que habías fallecido. Quedé perplejo por un instante y al reaccionar me identifiqué como amigo tuyo, luego de conversar con él me dijo que ya habían pasado unos meses de eso y me agradeció el gesto después me despedí de él no sin antes darle mis condolencias.
He colgado el teléfono y pensé en ti por un instante.
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