Cuéntame pe huevón, me dijiste algo mortificado mientras te servias la
cerveza bien helada, mi sonrisa cachacienta creo que te saco de quicio, y
frunciste el ceño arrugando la parte
superior de tu cara.
¿ Que te cuente?
Para que quieres que te cuente, mejor lo dejamos así nomás y será mejor
para todos.
_ No seas pendejo pe huevón, cuenta como fue, insistías con fuerza.
No estaba seguro de lo que te iba
a contar a lo mejor afectaría tu estado
de animo o lo que es peor alteraría
nuestra amistad.
Pero me miraste con algo de
preocupación y allí entendí lo
que tu querías era saber la verdad del incidente que te contaron Miguel y
Efraín, la verdad de lo que paso
esa noche hace ya muchos años atrás en
nuestra época de colegio..
Mira mi hermano, de eso ya paso mucho tiempo y no viene al caso recordar
ahora, no sé por que te empeñas en seguir
insistiendo en que te cuente algo que a lo mejor no te conviene y te
pueda perjudicar, así que toma nomás ¡salud! ,te respondí tratando de ser lo
más diplomático posible.
Miraste alrededor del bar, como si contaras en silencio a todos los que
estaban allí sentados, lentamente te
serviste otro vaso de cerveza helada, aspiraste aire lo más que pudiste y luego
suspiraste largamente hundiendo la mirada
debajo de la mesa, luego
agarraste el vaso lleno con tu
mano derecha y bebiste de a pocos la espumante cerveza.
Terminaste de beber y me pasaste el vaso
algo mortificado, con ganas de sacarte la espina de algo, quizás con un poco de rabia. Solo te esquivé la mirada haciéndome
al cojudo.
_ Déjate de huevadas y te pido por favor que me cuentes, dijiste.
¡Carajo Juancho, no jodas! no te voy a decir nada. Y bebí lentamente la cerveza, la sentí amarga, mas amarga que
de costumbre, y me daban ganas de
cortar la conversación pero eras mi
amigo y me tomé mi tiempo para ordenar mis ideas y sacar posibles conclusiones de tus
reacciones, aunque te conocía muy bien,
estaba seguro que no harías nada malo.
Traté en vano de cambiar la conversación, de nada me sirvió hablarte de
lo mal que estaban la “U” y Alianza, de lo horrible que jugaba la
selección, de cómo le estaría yendo a
Miguel y Efraín fuera del país.
Tus ojos achinados resultado de las ocho botellas de cervezas que nos habíamos tomado, el bar se estaba llenando cada vez más
y el bullerio de la gente te
impedía hablar despacio.
Mira compare, a mí no me vengas con vainas y cuéntame lo que en realidad pasó con Carmen, si es cierto o no lo que esos
huevones me contaron. De esta manera me
diste un ultimátum, sabía de lo bien enterado que estabas de lo que paso esa
noche con Carmen, Efraín me había dicho que te habían contado todo.
¡Claro!
Entre nosotros no había secretos y todos sabíamos lo que en realidad había
pasado incluyéndote a ti, y no veo ahora
él por que de tu insistencia de que yo mismo te cuente lo que paso.
¡ Puta mare! Juancho, que te
pasa, eso ya pasó, o acaso Carmen
todavía te interesa, ella ya debe de estar casada y con hijos así como
tú lo estas, y vienes a pedirme
que te cuente detalles de una noche
de juerga que paso hace muchos años atrás, además todo paso por tu culpa
o acaso ya no te acuerdas quién fue el que
la cago, ¿ Te acuerdas o no?.
Tu silencio se hizo largo y tu mirada se empezó a perder por los
rincones del bar, te tomaste unos segundos y
te sinceraste:
_ Mira sabes una cosa, tu tienes razón; Me dijiste, es la verdad yo la
malogré esa vez pero ya pasó, y quiero confesarte algo, si me case..... y no te dejé terminar.
¡Carajo! Juancho, no me digas que te casaste con Carmen.
Si huevón, me casé con ella y por
eso quiero saber la verdad.
Mira Juancho, si es así me imagino que ella te ha contado todo lo que
pasó, y debes de creerle porque es tu esposa y me da gusto que así sea, ¿ y por
que no me invitaste al matrimonio cabron?, Somos patas Juancho y déjate de estar pensando un montón de
huevadas, mira mi hermano te voy a contar lo que pasó, y tu sacarás tus
conclusiones.
Te serviste él ultimo vaso de cerveza, secaste la botella luego
llamaste al cantinero y pediste dos más y te quedaste callado mirándome
a los ojos, esperando que empiece mi relato, no te esquivé la mirada y comencé a contarte lo que tu ya sabias.
Juanchito, esa noche nos íbamos con toda la mancha a una fiesta ¿Te acuerdas? , Pero tu empezaste a coquetear con Mariela, pensando que nadie te estaba viendo
y creías que Carmen no se iba a enterar,
estábamos en la puerta de la casa de Miguel tomándonos un roncito, y fue allí
que aprovechaste para agarrarte a Mariela que había llegado de Lima y era la
prima de Efraín, fue tu culpa Juancho,
te advertimos y no hiciste caso y fue
en el mismo momento que te chapabas a
Mariela que apareció justo delante de ti Carmen, no sé
como había hecho para que sus padres le
dieran permiso, hizo muchas cosas por ti Juancho para estar contigo, a tu lado.
No te dijo nada y ella camino hacia mí,
se puso a mi lado y me abrazó poniéndose a llorar en mis brazos, la abrasé
fuerte ante la atónita mirada de todos los allí presentes, incluyendo al huevón
de Efraín que se puso rojo como un tomate y tu
dejaste de besar a Mariela y te
hiciste la víctima, la pobre Mariela
quedó mal parada y se fue corriendo mandándote a la mierda, y tras de ella el alcahuete de su primo para tratar de
consolarla. ¿Te acuerdas?.
Tu mirada seguía clavada en el piso, y movías la cabeza afirmativamente,
sé que estabas pensando en ese momento, y recordabas cada detalle, y proseguí.
La situación estaba tensa, nadie reaccionó todos se quedaron estáticos
sin saber que hacer, ella seguía llorando
su cara presionaba mi pecho,
luego me dijo al oído que la llevara a su casa, y eso hice, te di una ambigua
mirada y tu agachaste la cabeza, y te dejé allí parado con los demás del grupo.
Caminamos abrazados lentamente con dirección a su casa que quedaba unas cuadras
más abajo, en silencio por que no sabía que decirle y ella escurriendo las lágrimas de sus ojos, así
desaparecimos en la oscuridad de la noche, estando a pocos pasos de su casa ella me desvió y me
dijo: “NO”, vamos a la alameda quiero hablar con alguien, acompáñame no me
dejes sola. Y eso hicimos, nos fuimos a la alameda caminando abrazados y en silencio, llegamos y
nos sentamos en una banca, hacia frió y la sombra de los enormes árboles nos cubrían por completo y sentimos algo de
miedo, pero luego de mirarnos sonreímos, traté de ser un caballero y buen
amigo, ella me contó un montón de cosas, de su niñez, de sus amigas del
colegio, de sus viejos y de ti, de como
se conocieron y esas cosas, yo la
escuchaba atentamente, estaba dolida, engañada y poco a poco al menos por fuera
esa tristeza se fue disipando, no sé por cuanto tiempo estuvimos allí solos,
abrazados y contándonos nuestras cosas, y me gustó verla sonreír de mis
ocurrencias, “Eres un loco” me dijo mostrándome
una dulce sonrisa. No entiendo como Gabriela
no te acepta como enamorado “eres
un amor”, que tonta que es ella, remató diciendo, y me quedé mudo y
sorprendido, no pregunté quien le había contado eso lo de Gabriela, imaginé que
tu se lo habías dicho. Te miré y callado solo asentiste con la cabeza.
Quiero confesarte algo, al estar allí con ella los dos solos a la luz de
la luna sentados en una banca de la alameda, quise besarla, acariciarla, quise
hacer muchas cosas, pero no pude, no podía
aprovecharme del mal momento que ella estaba pasando y otro por que tú
eres mi amigo, solo la miré a los ojos y
la abrasé fuertemente, y fue allí donde
nació la idea de inventar un romance, el momento era propicio y ella me dijo:
¿Sabes una cosa?
Que, le dije.
Quiero “vengarme” de tu amigo me dijo; así a secas y se sonrió.
¿Conmigo?
Pregunté, si contigo respondió muy segura, y por eso quiero que me
ayudes. Al principio dudé pero luego ella me convenció y decidimos contar a
nuestros amigos más cercanos que esa noche los dos habíamos tenido “algo”,
un agarre y un chape, y ellos se
encargarían de hacer crecer el “chisme”, decidido esto la llevé a su casa la dejé en la puerta y al
despedirnos nos matamos de la risa de nuestro plan, y así fue Juancho lo demás
ya es historia conocida el chisme se
hizo grande y nos jodió a todos, no pensamos en las consecuencias, ustedes se
separaron y se bronquearon, a mi me
catalogaron de traidor y mal amigo, Gabriela no quiso saber nada de mi y perdí
mi oportunidad de estar con ella, los perdí a todos ustedes, terminé el colegio
y me desaparecí hasta encontrarnos todos
nuevamente hace algunos años y
todo se aclaró gracias a Dios. Volvimos a ser amigos y nunca pensé que
esa broma me costaría caro, pero bueno la vida es así, Y acá estamos
tomándonos unos tragos tu casado con Carmen
y yo todavía soltero.
Al terminar, vi tu rostro y sentí tranquilidad en tus facciones, te
habías quitado un peso de encima y Carmen te había contado la verdad.
Me agradeciste con emoción el gesto, bebimos las dos últimas cervezas y
abandonamos el bar, eran como las dos de la mañana y tambaleante me dirigí al
filo de la pista para tomar un taxi, te vi desaparecer por esa ancha
avenida te ibas caminando a tomar tu
colectivo, satisfecho de salir de tus dudas y feliz de estar casado con una
buena mujer. En el trayecto no pude evitar pensar en ustedes dos, en la gente
del barrio, en Gabriela, y así como tú a lo mejor algún dia me la encontraba y
contra todo pronóstico terminaría casándome con ella.
Pensé en Carmen la chica tierna y sincera, tan buena gente que ahora era tu esposa,
imaginé estar en esos años. El carro se detuvo, había llegado a mi destino y
bruscamente todas esas imágenes retrospectivas
se esfumaron, bajé del taxi y caminando zigzageante de dirigí hasta mi casa.