El teléfono timbraba insistentemente una y otra vez, Gaby hizo caso
omiso al estresante ruido de un teléfono
timbrando, ella estaba concentrada en lo que hacia, el aparato dejó de sonar
por unos minutos, luego el sonido del
teléfono timbrando en la sala la puso en sobresalto, esta vez se incorporó
y algo molesta corrió hacia la sala, hasta la mesita donde se encontraba
el teléfono y contestó:
¡Alo!
Y, se quedó en silencio unos
segundos, esperando una respuesta.
La voz impaciente del otro lado
de la línea comenzó a hacerle preguntas:
¿Ya terminaste?
Gaby, tomó aire y algo exhausta contestó con un ¡sí!
¿Dónde lo tienes ahora?
Lo tengo en la cocina, todavía está en el piso y estoy pensando como
deshacerme de él. Respondió algo confundida. Sin saber que hacer luego.
¿Te dio alguna dificultad? . Volvió a preguntar la voz.
_Casi nada, al principio trató de escapar pero lo alcancé y le di un
fuerte golpe en la cabeza con lo primero que encontré. ¿Sabes? Se la
destrocé todita y tuve que limpiar el
piso que quedó todo manchado de sangre, por eso no atendí
el teléfono antes.
-Que raro, yo recién te estoy llamando.
¿Así?
_Si, pero ya no te preocupes, en cuanto salga de la chamba iré a verte..
_ Pobre Jack, no merecía morir así, pero era necesario ¿No? (justificó la voz)
Si pues, todo por tu culpa, te dije que no lo trajeras a la casa, te
contaré que al principio me dio pena deshacerme de él, y más siendo yo la
encargada de eliminarlo, creo que sufrí más que él cuándo lo hacía, al
principio quería utilizar un cuchillo por eso lo llevé a la cocina pero trató de escaparse ya se me
escabullía, cuando lo cogí del cuello y de un certero golpe en la
cabeza con el mazo de ablandar la carne le reventé el
cráneo, y quedó allí quieto, luego lo
volví a golpear en el mismo sitio una y otra vez, hasta que después de proferir un leve grito como si se
estuviera ahogando quedó tendido en el piso. La enorme mancha de
sangre me asustó un poco y ahora lo tengo allí sin saber que hacer.
_ ¡Tranquila! , Mira lo mejor que puedes hacer es meterlo en una bolsa,
y después ponerte a limpiar el piso, para que todo quede limpio y dejar
como si nada hubiera ocurrido allí. Le aconsejó la voz al otro lado del
hilo telefónico.
Ella, con nervios aun, porque
nunca había matado a nadie y menos a alguien tan cercano y casi como de la
familia, colgó el teléfono y lentamente se dirigió a la cocina, corrió hasta el
lavadero y abrió el caño para lavarse las manos que las sentía algo pegajosas, aun estaban
manchadas de sangre, y también notó que tenía algunas manchas de color
amarillento pegado a la piel de sus manos, desesperada empezó a echarse abundante jabón en ellas,
una y otra vez hasta dejarlas demasiadas blancas.
Luego se puso unos guantes, y meticulosamente metió el cadáver dentro de una bolsa negra,
luego cargó la bolsa hasta la puerta de
la casa con la intención de sacarla a la calle, pero se arrepintió y regresó de nuevo a la cocina, su estado de
gestación apenas se notaba, todo lo que había escuchado al respecto la asustó
demasiado y tuvo que tomar esa fatal decisión de eliminar a su mascota. El
miedo a la toxoplasmosis la convirtió en
la asesina de su gato, lentamente depositó la bolsa en el tacho de basura, y se
retiró a la sala.
Se puso cómoda en el sofá, Martín,
su esposo no tardaría en llegar y él se encargaría de deshacerse del
cadáver del pobre animal.