El hombre ingreso preocupado al
consultorio me tomo por sorpresa su inquieta presencia, toco la puerta del
consultorio insistentemente para que sea atendido por el medico de urgencias,
su facha senil aparentaba ya mas de
setenta años de una vida de excesos quizás, su insistencia extrema y su actitud
prepotente hizo en algún momento que yo piense que se trataba de un enajenado
ser.
Al no oír respuesta alguno solo opto por dar una mirada a su
alrededor y caminar con pasos apurados
por el estrecho salón que había sido acondicionado como consultorio de
urgencias del hospital., me llamo la atención su manera de caminar con la
mirada al suelo y cada cierto momento tenia como un tic, se agarraba
disimuladamente los genitales mientras iba y venia de un extremo a otro, y eso
me hizo pensar que a lo mejor se trataba
de un sátiro demente.
Luego de un momento de espera, las puestas se abrieron y fue llamado por
el medico residente, las conversaciones se escuchaban a través de las delgadas
paredes.
Los diálogos entre paciente y medico se
referían a que el individuo padecía de una prostatitis muy avanzada, que
le era imposible el poder miccionar, y por eso era su inquietud alarmante para
ser atendido de inmediato.
El doctor de urgencias solo tomo
sus datos y del problema medico que lo
aquejaba, luego lo invito cortésmente a salir del consultorio y que espere en
el pasillo hasta que venga el medico urólogo de emergencia, el colérico anciano salió del consultorio y
prosiguió con su paseo a través del estrecho pasadizo con la mecánica mana de tocarse a cada instante la parte genital, sin
importarle que varias pacientes mujeres estaban allí
mirándolo.
Al darse cuenta que era observado en actitud sospechosa tomo conciencia
de sus actos y se disculpo diciendo:
Señores, van a disculpar que este en esta situación tocándome a cada
momento, no es que sea un mañoso sino que tengo que estar así por que estoy mal
de la próstata.
Todos los presentes entonces nos dimos cuenta de que no era ningún
mañoso sino que su problema medico hacia que se comportase de tal manera, mas
aun cuando en unos minutos se hizo presente su esposa y luego un muchacho que
dijo ser su hijo, allí creo que ya era mas creíble eso del mal prostático.
Al cabo de unos minutos hace su
ingreso un galeno un poco déspota en el trato diciendo mientras avanzaba:
Haberrrrr…… ya llegue para que me están buscando, y luego ingreso al
consultorio, a los pocos minutos llamaron al anciano que caminaba por el
pasillo, este ingreso muy apurado y ansioso y los diálogos se volvieron a
escapar a través de las delgadas paredes de concreto pre fabricado.
Doctor, dijo el anciano con voz angustiosa y exhalando un leve quejido,
me esta molestando y no puedo orinar me
duele demasiado.
_Es que tienes la próstata demasiado inflamada, por eso es.
_ Duele mucho doctor
_! Tienes que operarte pues! , que esperas que no te operas, ahora tengo
que colocarte una sonda.
El anciano calló por un momento y me imagino que le estaba mirando con
una cara de resignación al déspota médico urólogo de emergencia.
_ Esta bien doctor haré lo que usted diga.
_Opérate pues
_ No te estoy diciendo nada del otro mundo, solo que tienes que operarte
y si es pronto mejor sino vas a tener que sufrir igual o más que ahora.
_ Haber échese en la camilla con los pantalones hasta la rodilla, usted
ya sabe como es el procedimiento, ordenaba el medico con voz castrense,
mientras yo imaginaba la posición ridícula en la que se debía encontrar el
anciano con los pantalones abajo.
Luego se escuchó un ruido seco como cuando se rompe un envase de
plástico, y poco después los quejidos casi inescuchables del anciano que eran
como si aspiraba grandes cantidades de aire por la boca. Luego el médico siguió
con su procedimiento mientras el anciano solo se quejaba, dictó en voz
alta los nombres de los medicamentos que
debería recoger en la farmacia y el horario en que debería tomarlas, y de
improviso se abrieron las puertas del consultorio para que saliera el galeno
con pasos apurados no sin antes volver a regañar al anciano por su cobarde
actitud de no operarse.
Segundos después cruza el umbral la figura del anciano con rostro de
satisfacción y portando en sus manos una enorme bolsa conectada a una manguera
a la zona genital por la cual expulsaba el orín.
_ ¡Que alivio!
Dijo el anciano mientras se acercaba a su esposa e hijo, estos se
sonrojaron y luego esbozaron una cómplice sonrisa, creo que por lo rochoso del
caso.
_ Sabes, tengo que operarme ya, haré todos los preparativos para que me
operen lo más pronto posible. Dijo el
anciano abrazando a su mujer con un brazo mientras que con el otro
sostenía la enorme bolsa llena de orines.
Todos sonreímos.
El viejo luego empezó a conversar con cada uno de los que estábamos
esperando turno, comenzó a dar consejos y sugerencias, al cabo de unos minutos
le entregaron las medicinas en una pequeña bolsa, la mujer tomó el paquete y
agarró al viejo por el brazo y se despidieron, el muchacho solo sonreía de lo
que le pasaba a su viejo.
Los tres apuraron el paso y se perdieron en el manto negro de la noche, la penumbra dibujaba las sombras
chinescas de estos tres personajes, lo gracioso para nosotros que se veía el
viejo cargando la enorme bolsa con la gran manguera por la cual estaba
evacuando el orines.
Estoy seguro que cumplirá su decisión de operarse.
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