sábado, 19 de junio de 2010

UN CAGUE DE RISA





Aquella vez quedamos con Roberto en ir a coger guindas, era el mes de marzo y esa fruta abundaba en el valle, como no teníamos nada importante que hacer decidimos ir a recolectar este jugoso fruto al distrito de Muqui o Muquiyauyo no estoy seguro a cual de los dos pero fue a uno de esos lugares.

Conocedores que en esos sitios abundaban las guindas y eran grandes y jugosas de color negro y tinto y de rico sabor, le dije a Roberto que iríamos a eso de las dos de la tarde para regresar temprano, y que también iríamos en mi moto y fue así que nos enrumbamos a esos sitios en la motocicleta y provistos de dos baldes de plástico en el cual traeríamos las guindas para nuestras casas.

El trayecto fue tranquilo aunque tenia un poco de temor ir por esos lares, por que tenia que ir por la carretera muy transitada por vehículos pesados y cruzar el puente Stuart sobre el caudaloso río Mantaro que estaba muy cargado y sus corrientes arrastraban las aguas de un color achocolatado, al llegar al pueblo mi amigo Roberto me guió hasta una casa que estaba muy cerca de la plaza a dos cuadras exactamente, era la casa de un familiar de el, al tocar la enorme puerta de madera de color azul, salió a recibirnos un niño de unos doce años aproximadamente, Roberto le pregunto por su padre y el niño contesto que no estaba que había salido a su chacra, entonces Roberto le explico a que habíamos venido y el niño sonrió y nos explico a donde deberíamos Ir,le pedimos permiso para guardar la moto en el patio de la casa y asegurándonos que el no saldría de la casa nos fuimos caminando con Roberto llevando con nosotros nuestros baldes de plástico con tapa incluida para no derramar su contenido.

Al pasar por los costados de las chacras veíamos los árboles de guindas cargados de los frutos negros y aperlados, otros eran rojos medio anaranjados y algunos verdes con manchas marrones, ya imaginábamos el sabor dulce y jugoso de la fruta, le dije para subir a un árbol pero él me sonrió y me dijo que no, que esa no era una chacra apropiada y seguimos de largo hasta llegar a un terreno en cuyo perímetro existían varias plantas de guindas de frutos grandes y provocativos que brillaban con los rayos del sol.

¡ Acá mismo es! Me dijo y corrimos al pie de un enorme árbol.

Roberto que era más intrépido me dijo que el solo subiría y que me quedara abajo para indicarle a que lugar de las ramas debería de trepar, así lo hizo y empezó a recolectar en uno de los baldes muy tranquilo él, a veces me aventaba alguna rama para poder pallar las guindas y de pasada llevarme algunos frutos a la boca y saborearlos directamente o sea de la chacra a la panza.

Así estuvimos durante un rato ya habíamos llenado un balde e íbamos por el segundo, cuando de pronto ingresa a la chacra una señora pastora que hilaba y tenia a su hijo un bebe cargado en la espalda , con sus animales al medio de la chacra y percatándose que estábamos pallando las guindas empezó a vociferar y mascullar palabras de reclamo en contra de nosotros yo me asuste un poco y estaba alerta a alguna situación imprevista, estábamos a pocos metros de distancia de dicha señora que seguía con sus reclamos, yo pensé que era la dueña de la chacra, y Roberto que seguía arriba trepado, también escucho las voces de protesta de la señora y dijo en voz un poco alta.

Sssshhhhhhhh, cállese la boca

Yo empecé a reirme, pero luego le dije que no le diga nada a la señora y seria mejor así, a lo que él me dijo.

No pasa nada on

Pero la doña seguía gritando y mascullando palabras que a duras penas entendía y me parecían un reclamo sobre lo que estábamos haciendo.

¡Muchachos de mierda, qui hacen trepao allí, cun sus baldes tovia vienen haciendo daño las chacras.!

Fuira de aca caraju......fuiraaaaaaa

Entonces Roberto que seguía en su tarea de recolectar las guindas en el ultimo balde, un poco molesto por el ruido que hacia la tía y un poco exaltado empezó a hablar:

¡Carajo! Que tanto habla la vieja ahhh

dichas palabras llegaron al agudo oído de la mujer y más iracunda y ofensiva dio su grosera respuesta diciendo:

¡Cual vieja cojudo de mierda! Vieja......vieja.....

¡Viejo estará tu culo de tanto cagar!

Dichas palabras me llevaron a una risa incontenible, Roberto se quedo callado y sonrojado por unos segundos, luego repitió la frase de la tía y también empezó a matarse de la risa, bajando del árbol con el balde lleno de guindas, se sacudió el polvo y las hojas de su ropa y nos encaminamos riéndonos a cada rato de dicha ocurrencia.

¡Carajo! La tía se paso compare como me va a decir esa vaina y empezó a reírse a carcajadas y yo también.

Llegamos a la casa, sacamos la moto y regresamos a Jauja empachados de las guindas y de la risa.




sábado, 12 de junio de 2010

ROLLER BOOGIE






Había terminado mi primaria, cuando llego a Jauja la fiebre de los patines, eran los años ochentas, empezaba una nueva década y empezaba a estar de moda los patines y todos los niños de mi edad y algunos jóvenes patinaban en la plaza de Jauja que se convirtió por esos años en una enorme pista de patinaje ante la rara mirada de algunos de nuestros padres y como no decirlo del airado reclamo de un personaje que recuerdo muy bien pero cuyo nombre nunca lo supe, un negrito alto musculoso que trabajaba para la municipalidad y siempre andaba sin zapatos por el enorme tamaño de sus pies, quien se encargaba de regar y de cuidar los jardines de la plaza, dicho personaje de andar lento y torpe nos correteaba botándonos de la plaza provisto de un palo de escoba, le llegamos a temer y nos cuidábamos mucho de su presencia.

Aquella vez no me quería quedar atrás y “exigí” a mis padres a que me compren mi par de patines, tanto fue mi insistencia que por fin accedieron a mi petición, una mañana se despertaron muy temprano y bien vestidos se dirigieron a Huancayo a realizar algunos trámites y de pasada comprar algunas cosas y antes de salir me prometieron que me comprarían mis ansiados patines, todo el dia estuve pensando en ellos, no en mis viejos sino en mis patines, me imaginaba como serian, de que color me los traerían, que modelo seria y si podría manejarlos muy bien, pero antes tendría que practicar mucho para poder dominarlos, todo el día estuve ansioso y creo que ni almorcé.

Llegaba la tarde y mis viejos no regresaban, sabía que siempre que iban a Huancayo se demoraban un montón , incluso llegaban al anochecer y yo preocupado hasta que por fin los vi llegar, estaba en la calle esperándolos ya era de noche, al verlos me abalancé a saludarlos y lo primero que hice fue agarrar todas las bolsas que traían, ingresé raudo a la sala y desempaqué lo que me dijeron eran mis patines, y allí estaban relucientes oliendo a nuevo, las zapatillas azules con pasador blanco y los patines de color metálico y de rueditas anaranjadas, me los puse de inmediato y empecé a tropezar y darme mis primeros golpes a causa de las caídas en el encerado piso de mi sala.

Fueron pasando los días y ya empezaba a dominar los patines, patinaba en las veredas de mi barrio, y todos mis amigos me miraban, hasta me pedían que les preste un ratito y les prestaba un rato a cada uno para que puedan disfrutar unos minutos y sientan esa sensación de libertad que sentía al patinar y vencer temores y botar la adrenalina, creo que de toda la cuadra era el único que tenia sus patines, y veía a mis demás amigos esperar su turno para que les preste mis patines y reíamos todos cuando uno de nosotros tropezaba y caía aparatosamente para besar el suelo.

Hecho ya un buen patinador era el momento de probarme a mí mismo que lo estaba haciendo bien, y era la hora de dirigirme a la plaza de armas de Jauja donde se suponía estaban los mejores exponentes, chicas y chicos, conocidos y por conocer y así lo hice a partir de ese dia todas las noches mi destino era la gran plaza donde un montón de chicos corrían raudos patinando de muchas formas, el parque era un hormiguero donde si no tenias patines era imposible caminar.
Allí me encontraba con mi amigo Juan, que de lejos era el mejor y el más intrépido, patinaba a gran velocidad y hacia unas piruetas novedosas haciendo gala de su habilidad llego incluso a participar en un campeonato que realizo el colegio San Vicente de Paúl en su amplio patio y el cual si no me equivoco lo gano él, esos años fueron como los años maravillosos de la serie de televisión llenos de aventuras y travesuras.

Todo eso gracias a que vimos una película en la sala de cine, una película que trataba de un concurso de patines al ritmo de la música disco de esos años,”Roller Boggie” era él titulo del film, que protagonizaba una simpática Linda Blair y Jim Bray un campeón del patinaje, recuerdo esto por que hace unos días vi en la calle a una linda chica patinando con una indumentaria muy moderna y unos patines medio raros que parecían tener sólo una rueda como han cambiado los tiempos me interrogué y viene a mi mente los recuerdos de aquellos años y de esa moda, de aquellos patines, ya ni me acuerdo que paso con ellos a lo mejor están olvidados en algún rincón de mi casa allá en Jauja, viejos y oxidados a lo mejor ya inservibles, Sólo me acuerdo que un buen dia pasada la moda de patinar agarré un alicate y un desarmador y me puse con empeño a rescatar las zapatillas azules con pasadores blancos que luego usaría no para patinar si no para jugar partidos de fulbito.