sábado, 12 de junio de 2010

ROLLER BOOGIE






Había terminado mi primaria, cuando llego a Jauja la fiebre de los patines, eran los años ochentas, empezaba una nueva década y empezaba a estar de moda los patines y todos los niños de mi edad y algunos jóvenes patinaban en la plaza de Jauja que se convirtió por esos años en una enorme pista de patinaje ante la rara mirada de algunos de nuestros padres y como no decirlo del airado reclamo de un personaje que recuerdo muy bien pero cuyo nombre nunca lo supe, un negrito alto musculoso que trabajaba para la municipalidad y siempre andaba sin zapatos por el enorme tamaño de sus pies, quien se encargaba de regar y de cuidar los jardines de la plaza, dicho personaje de andar lento y torpe nos correteaba botándonos de la plaza provisto de un palo de escoba, le llegamos a temer y nos cuidábamos mucho de su presencia.

Aquella vez no me quería quedar atrás y “exigí” a mis padres a que me compren mi par de patines, tanto fue mi insistencia que por fin accedieron a mi petición, una mañana se despertaron muy temprano y bien vestidos se dirigieron a Huancayo a realizar algunos trámites y de pasada comprar algunas cosas y antes de salir me prometieron que me comprarían mis ansiados patines, todo el dia estuve pensando en ellos, no en mis viejos sino en mis patines, me imaginaba como serian, de que color me los traerían, que modelo seria y si podría manejarlos muy bien, pero antes tendría que practicar mucho para poder dominarlos, todo el día estuve ansioso y creo que ni almorcé.

Llegaba la tarde y mis viejos no regresaban, sabía que siempre que iban a Huancayo se demoraban un montón , incluso llegaban al anochecer y yo preocupado hasta que por fin los vi llegar, estaba en la calle esperándolos ya era de noche, al verlos me abalancé a saludarlos y lo primero que hice fue agarrar todas las bolsas que traían, ingresé raudo a la sala y desempaqué lo que me dijeron eran mis patines, y allí estaban relucientes oliendo a nuevo, las zapatillas azules con pasador blanco y los patines de color metálico y de rueditas anaranjadas, me los puse de inmediato y empecé a tropezar y darme mis primeros golpes a causa de las caídas en el encerado piso de mi sala.

Fueron pasando los días y ya empezaba a dominar los patines, patinaba en las veredas de mi barrio, y todos mis amigos me miraban, hasta me pedían que les preste un ratito y les prestaba un rato a cada uno para que puedan disfrutar unos minutos y sientan esa sensación de libertad que sentía al patinar y vencer temores y botar la adrenalina, creo que de toda la cuadra era el único que tenia sus patines, y veía a mis demás amigos esperar su turno para que les preste mis patines y reíamos todos cuando uno de nosotros tropezaba y caía aparatosamente para besar el suelo.

Hecho ya un buen patinador era el momento de probarme a mí mismo que lo estaba haciendo bien, y era la hora de dirigirme a la plaza de armas de Jauja donde se suponía estaban los mejores exponentes, chicas y chicos, conocidos y por conocer y así lo hice a partir de ese dia todas las noches mi destino era la gran plaza donde un montón de chicos corrían raudos patinando de muchas formas, el parque era un hormiguero donde si no tenias patines era imposible caminar.
Allí me encontraba con mi amigo Juan, que de lejos era el mejor y el más intrépido, patinaba a gran velocidad y hacia unas piruetas novedosas haciendo gala de su habilidad llego incluso a participar en un campeonato que realizo el colegio San Vicente de Paúl en su amplio patio y el cual si no me equivoco lo gano él, esos años fueron como los años maravillosos de la serie de televisión llenos de aventuras y travesuras.

Todo eso gracias a que vimos una película en la sala de cine, una película que trataba de un concurso de patines al ritmo de la música disco de esos años,”Roller Boggie” era él titulo del film, que protagonizaba una simpática Linda Blair y Jim Bray un campeón del patinaje, recuerdo esto por que hace unos días vi en la calle a una linda chica patinando con una indumentaria muy moderna y unos patines medio raros que parecían tener sólo una rueda como han cambiado los tiempos me interrogué y viene a mi mente los recuerdos de aquellos años y de esa moda, de aquellos patines, ya ni me acuerdo que paso con ellos a lo mejor están olvidados en algún rincón de mi casa allá en Jauja, viejos y oxidados a lo mejor ya inservibles, Sólo me acuerdo que un buen dia pasada la moda de patinar agarré un alicate y un desarmador y me puse con empeño a rescatar las zapatillas azules con pasadores blancos que luego usaría no para patinar si no para jugar partidos de fulbito.








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