domingo, 16 de diciembre de 2012

UN CONEJO EN MI ROPERO














Encontré un conejo en mi  ropero, al principio pensé que era un sueño y que el conejo era algo onírico producto de mi subconciente,pero al notar mi ropa en total desorden me hizo volver a la realidad, el conejo estaba  quieto parado  en un rincón tenía en la mano una zanahoria  que estaba roída hasta la mitad, lo más curioso era que el conejo estaba parado en dos patas, sus patas traseras con sus gigantes pezuñas lo soportaban tan bien que se veía totalmente erguido, mientras con una de sus pequeñas patas delanteras sostenía la zanahoria. El animal ni siquiera se inmutó al verme por el contrario parecía sonreírme, mientras yo no sabía que hacer, se vería ridículo hablarle a un conejo pensé y me quedé callado y no le dije nada, cerré con fuerza la puerta del ropero y empecé a dar varias vueltas dentro de mi habitación tratando de entender lo que estaba pasando.
Al cabo de un rato, decidí ir a la cocina a preparme el desayuno, cogí un par de huevos y los puse en la sartén para freírlos, me serví una taza de café y me senté en la mesa para desayunar. Luego de terminar el desayuno, me dirigí de nuevo a la habitación, y entré al baño a ducharme, ya había olvidado lo del conejo, abrí el  ropero para sacar una camisa y nuevamente me topo con la imagen del conejo, esta vez estaba echado encima de uno de mis sacos, me miró con displicencia y me ignoró por completo. Me sentí confundido sin saber qué hacer, como podía decirle al conejo que es lo que estaba haciendo en mi ropero. Por un momento pensé que me estaba volviendo loco y fue el conejo quien tomo la palabra:
_ ¡Buenos días! … Me dijo.
Me puse de mil colores, que carajo le iba a responder al conejo. Así que sin hacerle caso tomé la camisa y la corbata y cerré la puerta del ropero con mucho cuidado. Una vez vestido y algo confundido me dirigí a la sala y me senté en el sofá, no pude evitar pensar que hacia ese animal en mi ropero, ¿Un conejo que habla? Imposible me dije, y me quedé pensando y sacando conclusiones de qué era lo que estaba pasando y no cesaba de hacerme estas preguntas:
¿Quién trajo al conejo?
¿Qué estaba haciendo en el ropero?
¿De dónde sacaba las zanahorias para alimentarse?
¿A qué hora se iría?
Sin darme cuenta  habían  pasado algunos minutos, hasta que una voz algo chillona y caricaturesca me hizo esta pregunta.
¿Hoy no vas a ir a trabajar?
Asombrado  me puse de pie y giré a ver quién era, y vi al conejo parado en el umbral de la puerta de mi habitación, estaba apoyado en una pose graciosa, se recostaba sobre  una de sus patas delanteras en el marco de la puerta y cruzaba las patas traseras, y esta vez llevaba puesto un chalequito  rojo, asombrado me sonreí disimuladamente, luego cogí mi maletín y Salí de mi departamento con rumbo al  trabajo.
Durante todo el día estuve pensando en el conejo, mis compañeros se dieron cuenta de lo raro que estaba ese dia,no me atreví a contarle a nadie acerca del conejo !CLARO!, Todos pensarían que estaba  loco o lo que es peor , pensarían que estaba consumiendo alguna sustancia rara de esas que hay ahora.
Durante el camino de regreso a casa no pude evitar de pensar en el conejo, ¿Se habrá ido? Me preguntaba, y pronto obtendría respuesta a esa incógnita, llegué a casa y luego de dejar mi maletín encima del sofá de la sala me dirigí al ropero a guardar la camisa y  la  corbata, abrí la puerta y no vi al conejo, todo estaba en orden y muy limpio, como si nadie hubiera habitado ese lugar.Luego sonreí pensando que mi imaginación me había jugado una mala pasada, algo más tranquilo me dirigí a la cocina y al abrir la puerta ¿Qué creen?
Vi al conejo sentado en una silla y  masticando una enorme zanahoria, confundido cerré la puerta de la cocina y me dirigí a la sala, encendí la tele y me puse a ver una película, cuando de pronto  la vos chillona y caricaturesca me saluda:
_ ¡Buenas noches!
No volteé a mirar, sabía que era el conejo que se dirigía hasta mi habitación a tomar su lugar en el ropero.
Desde ese día no se qué hacer con este animal, no le he contado nada a nadie por temor a que me digan que estoy loco, aunque en verdad el conejo no me perjudica en nada, no ensucia y ni siquiera le compro zanahorias; es como si no existiera pero existe, ya me acostumbré a convivir con él aunque hasta el día de hoy no he contestado sus saludos.
A lo mejor uno de estos días le hablo y quizás juntos nos sentemos a la mesa a disfrutar de una deliciosa cena, él un puré de zanahorias y yo una deliciosa pizza.




jueves, 6 de diciembre de 2012

CRISIS















El tétrico pasillo del hospital psiquiátrico  se llenaba poco a poco  en horas de la mañana de sus peculiares transeúntes, hombres, mujeres y niños de alteradas mentes hacían su ingreso para recibir terapia y medicación, los viejos sillones del pasillo esperaban incólumes la llegada de tan singulares personajes, la escasa luz natural y el frio mármol de su piso creaban un ambiente de suspenso, depresión y  escalofríos.
Sentado en el vetusto sillón espero mi turno, me siento y observo a seres que nunca e visto, gente bien vestida como si fueran a una fiesta, algunos señores vestidos de blanco transitan por el pasillo llevando en  las manos  papeles, documentos, y medicinas, a mi costado un señor  de avanzada edad esta hablando solo, me mira y me dirige la palabra como si fuéramos viejos conocidos , en la otra silla una joven mujer hace extrañas  muecas   en su rostro  y sonríe exageradamente  mostrando su blanquísima dentadura, mueve torpemente  la  cabeza de un lado para otro y de rato en rato  estira los brazos como queriendo recibir un abrazo.
Un hombre vestido de blanco abre bruscamente la puerta del consultorio y pronuncia un nombre, esto llama mi atención y mi mente se  pone en blanco por unos segundos, luego una intensa luz brillante cega mis ojos y mis sentidos se vuelven confusos , ahora no se donde me encuentro seres de otro lugar han venido por mi, uno de ellos toma mi mano y me guía hasta una habitación, allí un ser grande vestido de un verde encendido me espera, me examina detenidamente , observa mis ojos con ayuda de una linterna y mis pupilas se dilatan, me duele ligeramente la  cabeza, luego me echa sobre una camilla y siento un hincón como si fuera una aguja en mi brazo izquierdo y no me acuerdo mas.
No se que me a pasado, ahora estoy flotando me siento liviano , es como si me  me hubieran quitado un peso de encima, a lo lejos veo un inmenso jardín, a mi costado hay un hombre gordo y barbudo muy anciano levanta su mano derecha y me señala un camino, me da un leve empujoncito  y  a los pocos segundo estoy parado frente a un inmenso jardín de flores multicolores, puedo observar también grandes copas de arboles , muchas aves y mariposas revuelan por el amplio cielo que por ahora está sin nubes , se ve todo brillante, limpio esplendoroso me siento bien aquí y no quiero irme.
De pronto un frio intenso abraza mi cuerpo, estoy temblando y mis huesos  pesan el doble, me siento de plomo, ahora mi cabeza me duele y mis latidos están acelerados, mis ojos lentamente se abren y los hombres de blanco me están ayudando, veo varias manos que me tocan, uno de ellos me pone una gruesa manta y comienzo a calentarme, ahora ya me estoy sintiendo bien, mientras el inmenso jardín va quedando atrás y el viejo barbón no hace nada para impedir que me vaya.
Los hombres de blanco me han puesto sobre una camilla y uno de ellos empuja con todas sus fuerzas, paso  raudo por el tétrico pasillo y el hombre sigue sentado hablando solo, y con elocuencia, la mujer sigue moviendo  la cabeza de un lado a otro, un niño en silla de ruedas  con un enorme gorro rojo que le cubre la cabeza me mira asustado, una vieja camina lentamente  llevando en la mano dos bolsas repletas de pastillas, en la puerta veo el inmenso sol y el jardín mustio y reseco que no se parece en nada al jardín que acabo de abandonar, las ruedas de la camilla avanzan resbalándose por el pulido piso, alzo la mirada y una botella gotea un liquido transparente  a través de una manguera que esta conectada a mi vena, solo recuerdo que minutos antes me desvanecí mientras esperaba mi turno sentado en aquel viejo sillón del hospital. Comienzo a  balbucear algunas palabras, no se lo que estoy diciendo, oigo algunas risas a consecuencia de lo que digo, estoy hablando cosas raras, quizás lo estoy diciendo en otro idioma, no entiendo lo que digo, los garabatos en mi mente se propagan cada vez mas rápido, ya no me duele nada y si me duele no lo siento, creo que a partir de ahora jamás volveré a ser el mismo, me siento diferente.
 ¿Quién soy? 
Es algo  que no puedo responder ahora, hago el intento de descubrir quien soy pero no puedo, me es imposible recordar todo lo que concierne a mí, solo siento mi cuerpo inerte que es transportado por  aquel tétrico pasillo del hospital, sin saber a donde me están llevando, si estoy vivo o estoy muriendo o quizás ya estoy muerto. Necesito que alguien me ayude y no hay nadie, estoy completamente solo escuchando esas voces que susurran en mi oído y me llaman insistentemente por mi nombre.