Esta es la historia de un gato,
un gato que se ponía a pensar todas las tardes en como seria transformarse en
otro ser, se tendía en el césped del parque para solearse y relamerse por horas
con su lengua húmeda sus patas delanteras, así tendido se ponía a observar a
las personas que pasaban por su lado, las miraba detenidamente y se imaginaba
si algún día podría ser como ellas.
El gato pensaba que la naturaleza
se había equivocado con él, que él
podría tranquilamente ser cualquier cosa menos un gato, era un gato
pero no se sentía gato, ser gato era muy poca cosa para él, el maullar, el
arañar, el trepar y cazar ratones era
algo denigrante. El gato pensó en algún momento ser un hombre pero lo desechó
de inmediato, no se veía vistiendo ternos y asistiendo al trabajo todos los
días, caminando apurado para ganar tiempo antes que el tiempo le gane a él.
Pensó ser una bella chica pero también
desechó esa idea por ser de un carácter rebelde y radical esas cosas no
se verían bien en una dama pensó.
El gato dentro de muchas cosas
también pensó en ser un niño, un perro, un elefante, una jirafa, un ratón, un pan,
un libro, un helado y en fin muchas cosas pero al final siempre se quedaba
siendo simplemente un gato. Hasta que una mañana vio descender en medio del
parque a una bandada de palomas que revoloteaban dando saltitos y extendiendo
sus alas, y ante cualquier movimiento de las personas simplemente agitaban las alas y se elevaban por el aire
para luego posarse en el lugar que ellas querían.
¡Eso es!
Exclamó el gato al instante,
quiero ser como ellas se dijo: Sería bacán volar, irme a donde yo quiera
simplemente con agitar mis alas, ser libre como el viento y sobre todo volar,
eso va justo con mí personalidad pensó el gato con un enorme ego.
Sin que se diera cuenta luego de
contemplar por largo rato el comportamiento
de las palomas el gato se quedó
profundamente dormido y empezó a soñar, sintió que sus patas traseras se hacían
más cortas y delgadas, miró con asombro y algo asustado como su alargado cuerpo
se iba reduciendo y haciéndose más liviano y regordete, quiso correr y no pudo,
sus pequeñas patitas solo le permitía dar
saltitos insignificantes, extendió sus patas delanteras y sintió que se
desplegaban haciendo crujir las frágiles plumas, se asustó al no poder
distinguir sus filudas garras y en su lugar observó con asombro unas livianas
plumas de color gris, agitó con desesperación sus extremidades y comenzó a elevarse por los aires alzando vuelo
y vio las cosas diminutas desde arriba;
por un momento sintió algo de vértigo y quiso vomitar pero poco a poco se fue
acostumbrando y comenzó a gritar de felicidad, se dio cuenta que sus maullidos
le sonaban raro y que en vez de un hocico con filudos colmillos ahora tenía un
diminuto pico y que sus arrullos
molestaban a las personas que estaban abajo, se alejó feliz por el ancho cielo.
Al sentirse cansado vio un gran
templo, empezó a planear en dirección a él y lentamente se posó al borde de
una cornisa, algo agitado dio algunos
pasitos en el estrecho espacio y luego dobló sus frágiles patitas y se durmió
acurrucado en su mismo cuerpo. Así pasaron unas horas hasta que una fuerte
brisa golpeó su rostro y despertó, grande fue su sorpresa al abrir sus ojos, el
gato se encontraba en lo alto del
capitel de una iglesia al costado de una enorme y pesada estatua de un apóstol,
sintió temor y le temblaba el cuerpo de gato, asustado contempló su cuerpo y se
tranquilizó al ver su abundante pelaje
marrón, allí se quedó un largo rato pensando en lo maravilloso que fue volar.
El gato tuvo que conformarse con
ser lo que es: Simplemente un gato.