La boutique estaba vacía a esa hora de la mañana, el calor abrazador
del verano limeño no se sentía dentro de la boutique miraflorina por el aire
acondicionado de esta, escasos tres compradores recorríamos el amplio local,
una dama cuarentona de buena presencia, un señor de unos treinta y tantos años y yo que
buscaba afanosamente una camisa a cuadros.
Al otro lado del mostrador la mujer que
atiende, una pituquita blanquiñosa y
sofisticada habla acaloradamente por
teléfono al parecer con un proveedor,
ella mira de reojo nuestros movimientos, el hombre se dirige hacia donde están los colgadores atestadas de blusas para damas, al parecer buscaba un
regalo para su esposa. El hombre coge
un colgador con una hermosa blusa de color azul, con tal mala suerte que el
resto de ropa allí colgada se cae al piso, el hombre nervioso trata de
rectificarse y se agacha para
recoger los colgadores que estaban en el
piso. Cuando se escuchan los escandalosos gritos de la mujer que hablaba por
teléfono.
_
¡Oiga! tenga más cuidado con lo que está haciendo.
_Disculpe, dice el hombre desde
el suelo sin saber si seguir o dejarlo todo allí. Mientras la eufórica mujer
cuelga el teléfono violentamente y corre
hasta donde está el hombre agachado y le grita:
_ Ten un poco más de cuidado, no
te das cuenta que la ropa acá es nueva y fina
y sino la vas a comprar mejor anda vete a Gamarra a buscar cosas para ti,
serrano.
_ ¿Qué?
La mujer se le abalanza y se un tirón
le arrancha la ropa de sus manos y lo empuja lejos.
El hombre trastabilla y se pone
rojo de la vergüenza, la otra dama que estaba en la tienda disimuladamente deja la ropa que tenía en sus manos y se retira sin decir una palabra.
Yo me hago el desentendido y sigo buscando la bendita camisa a cuadros. La
mujer le increpa.
_Muévete que estas arrugando todo
_Ya le dije que disculpe, fue un
accidente.
_Seguro que te has querido robar
una prenda, porque ni plata tendrás para comprar algo de aquí. Así que ándate y
deja de manosear las prendas.
_ Creo que debería tratarme mejor
señora, no me falte el respeto. Ya le pedí disculpas no fue mi intención tirar la ropa.
_ Ya, ya, retírate nomás.
_Creo que merezco una disculpa de su parte señora, no
sé por qué actúa así de esa manera.
_¡Que te has creído! , serrano de mierda tú no vas a venir a decirme lo que tengo que hacer.
Ya te dije que te largues de mi tienda serrano apestoso. ¡Fuera!.
Y señalaba con una mano la puerta.
_Señora cálmese por favor
intervine.
_Tu, también lárgate, no sé que
hacen aquí este par de serranos
cochinos. ¡Váyanse! o llamo a la policía.
El hombre se da valor para
enfrentar verbalmente a la menopáusica mujer que estaba con los nervios
alterados.
_Señora, merecemos respeto no nos
trate de esa manera por favor.
_ ¡Cállate! Ya te dije que te
largues.
_ ¿Me está hablando a mí?, señora usted ¿me está hablando así a mí?
_Si, a ti te hablo o te vas
ahorita o llamo a la policía.
¡Imbécil!
Grita la mujer roja de la cólera.
El hombre toma aire y se
envalentona siente que ya ha sido
suficiente el maltrato que le ha hecho la iracunda mujer y en un ágil movimiento se lleva la mano hacia
la parte trasera de la correa y extrae una
pistola. Y apunta a la cabeza de la asustada mujer.
Ahora si vieja de mierda, te voy
a enseñar a tratar bien a la gente. Que te has creído tu maldita, que por tener
dinero vas a venir a insultarme, a mí nadie me trata mal sabes, soy un
ciudadano hecho y derecho y por gente como tu es que estamos jodidos.
Los ojos de la mujer parecen
salirse de las cuencas y empieza a sudar
de miedo. Intenta hablar pero el hombre
se le adelanta.
_Si hablas, te reviento los
sesos.
El hombre se le acerca y la toma
del cuello, la mujer tiembla de nervios y de pánico, quiere llorar pero no
puede.
_ Ahora habla pues, dime todo lo
que me dijiste antes.
La mujer me mira como pidiéndome
ayuda, yo no sé qué hacer y me quedo quieto y callado con la camisa a cuadros
en la mano.
El hombre acerca el cañón de la
pistola hacia la boca de la mujer.
_ ¡Ábrela!
La mujer cierra los labios con fuerza y hace una mueca
que le afea el rostro.
El hombre la sujeta con fuerza y
la obliga, ella abre la boca y él le
introduce levemente el pedazo de
metal .El silencio me hace escuchar los chasquidos de los dientes de la mujer que hacen al chocar con
el metal.
_ A ver si así te quedas callada
y no insultas a la gente por sus rasgos físicos
pendeja de mierda.Luego le saca
el arma de su boca y se la coloca a la
altura de la sien. La mujer llora quiere gritar pero no puede, me sigue mirando
y yo quieto sosteniendo la camisa a cuadros.
El hombre la jala contra él y
retroceden unos pasos y le habla a la mujer:
Es una línea muy delgada la que
separa a un ser humano de un criminal ¿Lo sabías?
La mujer quiere mover la cabeza
pero él esta apretando con fuerza y la sofoca.
_ ¿Sabes cuál es la diferencia
entre un asesino y yo?
La mujer esta quieta y callada y
sus ojos derraman delgadas lágrimas.
_ Yo lo estoy pensando, él ya te
hubiera matado. Esa es la diferencia.
Ningún otro cliente entra a la
tienda ni siquiera se asoman a las vitrinas, afuera el sol está quemando quizá
por eso no hay mucha gente.
_ Quería comprar una blusa azul
para mi esposa, porque estoy harto de que solo use color negro, fui al banco a retirar dinero y
tengo en mi cartera mi tarjeta de
crédito, quise ser amable y caballero, pero tú me hiciste enojar y ahora soy un
animal. Entiendes.
La mujer trata de zafarse usando
sus dos manos pero él la esta apretando
fuerte del cuello con su brazo izquierdo mientras con el
derecho le está apuntando en la cabeza.
_ ¡Anda! , escoge lo que te estoy
pidiendo y envuélvelo para llevármelo. Elige uno de tu talla.
Y la empujó para
adelante, la mujer trastabilla y se fue hasta el lugar indicado, escogió
una elegante blusa de color azul, y la puso en una bolsa de regalo de papel.
Colocó la bolsa sobre el mostrador. Y se acercó de nuevo ante él que le seguía
apuntando.
_ Ahí la tienes. Tranquilo no me
hagas daño. Suplicaba temblorosa.
_ ¿No me la vas a cobrar supongo no?
_ Después de todo lo que ha pasado,
además como soy un pobre serrano de mierda no creo que tenga el dinero para pagarte.
Ahora ven para acá y arrodíllate.
En ese momento, dejé la camisa
colgada en su sitio y quise abandonar el lugar, el hombre giró
para verme y fue suficiente para quedarme estático y mirar lo que seguía.
La mujer por instinto se había
arrodillado delante del hombre y juntaba las manos suplicando por su vida. El hombre dio un paso
y se tocó los genitales, observa la
pistola y le pregunta:
_ ¿Cual prefieres?
La mujer agacha la cabeza y llora
desconsoladamente.
_Ahora lloras puta ¿No que eras tan valiente?, no que era
un serrano, un pobreton, no que ibas a llamar a la policía, ¿Te acuerdas? Ah
otra cosa te digo los clientes siempre tenemos la razón ¿lo sabes no?, bueno ahora échate boca abajo.
La mujer obedece sin chistar,
mantiene la boca totalmente cerrada muy distinto que al principio donde no
dejaba hablar a nadie.
El hombre camina lentamente hasta
el mostrador coge la bolsa, da una
última mirada a la mujer
_Para que aprendas a tratar a la gente. Le dice.
Pasa por mi lado sin mirarme
guarda el arma en su espalda debajo de la camisa y sale de la tienda, la mujer
sigue llorando con las manos cubriéndose
el rostro.
La miro y me da lástima verla,
toda su soberbia del principio había desaparecido ahora era un ser mas, uno
común y corriente como todos nosotros. No quise comprar la camisa en ese lugar
y en ese momento, caminé despacio hasta la puerta y me alejé. El hombre había
desaparecido sin dejar rastro de su presencia. A los pocos días cerraron la
tienda.
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