A la salida del trabajo, Ernesto
decidió apartarse del grupo de amigos y decidió aventurarse por su cuenta a recorrer las oscuras calles del centro de Lima, se le notaba algo excitado, con ganas
de tener una aventura sexual con una
buena hembra, caminaba a pasos lentos ojeando
con atención las esquinas en
donde se hallaban escondidas las damas traviesas de la noche, con llamativas
prendas y otras casi desnudas se
ofertaban a cualquier transeúnte, Ernesto miraba libidinosamente las carnes de las féminas, hasta se atrevió a
preguntar por el precio a una de ellas pero se dio con la sorpresa de que se
trataba de un travesti, se había confundido, era la primera vez que le pasaba,
oteo por un momento la azarosa esquina y decidió largarse algo decepcionado,
avanzo y llego a la plaza San Martin, doblo por una de las esquinas y se hallo
justo en la puerta de un night club. Las luces pequeñas iluminaban
chillonamente el ambiente “Club Palermo” se leía en las luces de neón.
Ernesto asintió con la cabeza que estaba en el lugar
indicado, tímidamente se acerco hasta el viejo
calvo que estaba sentado en una taquilla improvisada en la puerta, y antes que el dijera una sola
palabra el viejo le extendía un ticket.
_ Son veinte soles el derecho de
admisión y se te da una cerveza de
cortesía
Ernesto sin mencionar una palabra
hecho mano a su billetera y saco un billete de veinte y se lo extendió al
viejo, este tomo el billete y entrego el ticket.
_ Si deseas puedes invitar al
privado a una de las chicas después del show.
Ambos sonrieron.
Ernesto sintió que la piel se le ponía de gallina era
su primera vez en ese antro, antes ya
había asistido al botecito y a la nene, su amigo e “l Mago” lo había llevado un día en tragos.
Ahora el ingresaba en ese antro
solo decidido a vivir su propia aventura. El interior del recinto estaba a
media luz, y pudo ver a varias damiselas en apretados, escotados y cortos vestiditos sentadas en compañía de varios viejos de saco y corbata,
que sobre la mesa tenían botellas de Pisco y Whisky, las mujeres le sonreían, y
se dio cuenta que ni bien hizo su aparición un enjambre de
putas lo rodeaban, Ernesto se sonrojo y
se tomo un tiempo para elegir a una.
La elegida fue “Rubí” una flaquita de
veintiséis años, blanquísima de piel y pelo rubio, claro que rubio con su plata y vestía diferente a todas, era más atrevida
llevaba puesto un traje de lentejuelas
tipo bataclana, noto sus senos
enormes y los pezones marrones y duros
querían escapar del traje. Ernesto no pudo evitar tener una erección,
disimuladamente metió su mano al bolsillo del
pantalón y en vano trato de disimular su excitación, Rubí sonrió cómplice
y lo tomo de la mano y casi como si estuviera encantado se dejo llevar sin oponer
resistencia hasta un ambiente privado.
Una vez allí dentro la tenue luz
azul iluminaba un pequeño ambiente, una mesita y un viejo sillón de cuero
negro era todo, de inmediato un mozo entro de improviso y lapicero en mano estaba listo y presto a
anotar lo que el caballero iba a pedir.
_ ¿Qué va a pedir el caballero?
_Ernesto se quedo mudo y Rubí ni
corta ni perezosa aprovecho y pidió una
jarra de sangría.
_ Son treinta y cinco soles la chica y cincuenta la
grande.
_Pide la grande amor. Dijo Rubí coqueta,
agarrándose las tetas.
Ernesto hizo cálculos matemáticos
en un segundo y pidió la chica. Rubí le hizo una mueca mostrando su disgusto.
_ ¿Y me vas a dar mi propina, no papi?
_ Ernesto se hizo al sordo y se sentó
en el viejo sillón de cuero.
Rubí, se sentó a su lado y empezó
a besarle la oreja, Ernesto al principio
sentía cosquillas, ella le lamia la cara, y el no tuvo mejor idea que
acariciarle las nalgas, ella rosaba sus
enormes tetas en el rostro de Ernesto, y
cuando ella estaba sentada en los muslos de él, un negro entra al lugar y pone
la jarra de sangría encima de la mesa con dos vasos. La pareja se compuso, y
Ernesto dio las gracias.
_Son treinta y cinco soles señor
Ernesto sacó un billete de
cincuenta de la billetera y se lo entregó al negro.
Este, dijo no tener el cambio y
que enseguida se lo traería.
Rubí aprovechó para tomarlo por
la cintura y tumbarlo nuevamente en el sillón mientras el negro desaparecía del
privado, llevándose los cincuenta soles.
Rubí empezó a besarlo, a decirle
cosas subidas de tono y Ernesto estaba excitadísimo, Rubí frotaba la bragueta
de Ernesto, palpando el duro sexo de este.
_ ¿Te gusta así, papi?
_ Si, sigue. Dijo Ernesto.
Jadeante.
_Ahhh, pero antes dame mi propina
amor, dijo la mujer, condicionando sus actos al dinero que Ernesto podía o
debía darle.
Ernesto, sacó de la billetera un
billete de diez y se lo entregó a la mujer.
_ ¿Tan poco valgo amor?
_ Vamos poco a poco cariño, dijo
Ernesto.
_Ah, no. Si quieres que te haga cositas ricas
debes darme más propina amor.
_Mira sigue haciendo lo que sabes
y ya después hablamos.
_ ¡Ah! No, así no es amor. Tienes
que darme la propina primero, sino no hay nada.
_Bueno, hazme un show privado entonces
y dime cuanto me costará. Hablemos claro si y no me vengas con huevadas.
_Ayyy amor, ¿Estas molesto?
_ ¡No! , pero me jode que me
vengas con vainas, ya dime cuanto es y
listo.
_ Ya cariño. No te pongas así,
para ti que me empiezas a caer muy bien, son cincuenta nada más.
_Está bien, empieza.
_ ¿Y los cincuenta amor?
_Ya, ya, acá están y le entrego
el ultimo billete que tenia.
La voluptuosa rubia con su plata, cogió de un zarpazo el billete y se lo guardo en el zapato, acto
seguido se puso al centro del pequeño ambiente y empezó a bailar sensualmente
como si fuera una serpiente en celo, los parlantes hacían escuchar la voz carraspeada
de Michael Bolton cantando .Mientras la mujer meneaba
las caderas frenéticamente al ritmo de la balada, poco a poco se iba
despojando de sus escasas prendas hasta quedar
como vino al mundo. Ernesto se levanto del sillón y la cogió por detrás
entrelazándola con sus brazos, ella sutilmente al compas de la música retiro
las manos de Ernesto y con un movimiento
brusco y preciso lo tumbo en el sillón.
Luego, ella corrió y se abalanzó
encima del. A Ernesto le faltaban manos para palpar ese cuerpo, hubiera deseado
en ese momento ser un pulpo o un calamar para hacer uso de todos sus
tentáculos, pero no lo era. Rubí se agacho hasta su oído y le susurro:
_ ¿Quieres mas amor?....AHHH… ¿Te
gusta así papi?
Ernesto quiso hablar pero no pudo
las enormes tetas de la fémina le daban
en la cara y le impedía hablar.
_ ¿Pero me darás mas propina
amor?
Ernesto, estaba arrecho y quería
terminar, pero ya no tenía más billetes, Rubí, insistía a su manera, ella lo
besaba, palpaba por encima del pantalón el pene erecto de su víctima.
Ernesto para evitar que la mujer lo siga sangrando y
ponerle paños fríos al asunto. Invitó a Rubí a beber la sangría, ella
cortésmente accedió y bebieron el adulterado
licor que no sabía a nada, parecía un té con unas cuantas gotas de limón y
pisco, era una porquería el trago. A Ernesto poco a poco se le fueron quitando
las ganas de tirarse a esa hembra, saco cuentas y se recordó que el negro que
trajo la jarra no había regresado con el vuelto. Rubí seguía haciendo su trabajo, quería sacarle más
dinero y le insistía.
_ ¿Amor, quieres que te lo haga?
Le dijo mientras mañosamente se
chupaba el dedo índice, Ernesto ya no estaba para esos juegos, pensó como
deshacerse de la mujer.
_Mira, cariño. Tú sabes dónde
puedo encontrar un cajero por aquí cerca.
_Saliendo, a la altura del jirón
de la unión están los cajeros amor.
_Bueno, que tal si mientras voy a
sacar algo de dinero te vas tomando unos vasitos como esperándome.
_ Está bien amor, pero no te
demores, ¿sino yo me voy con otro ah?, tu sabes que hay muchos patas
esperándome, pero como tú me caes muy bien te voy a esperar. Pero saca mucha
plata amor no sabes lo que te voy a hacer.
Ernesto, lentamente abandonó el
ambiente y se fue a la sala a buscar al negro
que le debía el vuelto, dio dos vueltas y nunca lo vio, preguntó a un
flaquito que estaba en la barra y este le dijo que no había ningún mozo negro
que repartía las jarras.
_Me debe mi vuelto.
_ Ya, ya… ese cuento me lo sé,
seguro te quedaste misio y no tienes para tu pasaje y bienes a decirme que se
te debe tu vuelto. No seas pendejo y si no tienes plata mejor ándate a tu casa.
_ ¡ya perdí!.... váyanse a la
mierda.
Y salió a la calle, el aire frio
le dio en la cara y lo hizo reaccionar, caminó algo atontado hasta el jirón de
la unión, eran la una de la mañana y el ambiente sombrío de la plaza se
convertía en el hábitat perfecto de
pirañas y borrachos, de putas viejas y fletes, escasos transeúntes caminaban
apurados para abandonar dicho lugar, no fue a ningún cajero por qué no tenia plata.
Rebuscó la billetera con desesperación
y respiró aliviado al encontrar un billete de veinte nuevos soles. Billete que
lo llevaría sano y salvo hasta su casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario