viernes, 5 de abril de 2013

LA BOUTIQUE











La  boutique estaba vacía  a esa hora de la mañana, el calor abrazador del verano limeño no se sentía dentro de la boutique miraflorina por el aire acondicionado de esta, escasos tres compradores recorríamos el amplio local, una dama cuarentona de buena presencia, un señor  de unos treinta y tantos años y yo que buscaba  afanosamente una camisa a cuadros. Al otro lado del mostrador  la mujer que atiende, una  pituquita blanquiñosa y sofisticada  habla acaloradamente por teléfono  al parecer con un proveedor, ella mira de reojo nuestros movimientos, el hombre se dirige  hacia donde están los colgadores  atestadas  de blusas para damas, al parecer buscaba un regalo para   su esposa. El hombre coge un colgador con una hermosa blusa de color azul, con tal mala suerte que el resto de ropa allí colgada se cae al piso, el hombre nervioso trata de rectificarse  y se agacha para recoger  los colgadores que estaban en el piso. Cuando se escuchan los escandalosos gritos de la mujer que hablaba por teléfono.
_  ¡Oiga! tenga más cuidado con lo que está haciendo.
_Disculpe, dice el hombre desde el suelo sin saber si seguir o dejarlo todo allí. Mientras la eufórica mujer cuelga el teléfono  violentamente y corre hasta donde está el hombre agachado y le grita:
_ Ten un poco más de cuidado, no te das cuenta que la ropa acá es nueva y fina  y sino la vas a comprar mejor anda vete a Gamarra a buscar cosas para ti, serrano.
_ ¿Qué?
La mujer se le abalanza y se un tirón le arrancha la ropa de sus manos y lo empuja lejos.
El hombre trastabilla y se pone rojo de la vergüenza, la otra dama que estaba en la tienda  disimuladamente deja la ropa que  tenía en sus manos y se retira sin decir una palabra. Yo me hago el desentendido y sigo buscando la bendita camisa a cuadros. La mujer le increpa.
_Muévete que estas arrugando todo
_Ya le dije que disculpe, fue un accidente.
_Seguro que te has querido robar una prenda, porque ni plata tendrás para comprar algo de aquí. Así que ándate y deja de manosear las prendas.
_ Creo que debería tratarme mejor señora, no me falte el respeto. Ya le pedí disculpas no fue mi intención  tirar la ropa.
_ Ya, ya, retírate nomás.
_Creo que  merezco una disculpa de su parte señora, no sé por qué actúa así de esa manera.
_¡Que te has creído!  , serrano de mierda tú no  vas a venir a decirme lo que tengo que hacer. Ya te dije que te largues de mi tienda serrano apestoso. ¡Fuera!.
 Y señalaba con una mano la puerta.
_Señora cálmese por favor intervine.
_Tu, también lárgate, no sé que hacen aquí este par  de serranos cochinos. ¡Váyanse! o llamo a la policía.
El hombre se da valor para enfrentar verbalmente a la menopáusica mujer que estaba con los nervios alterados.
_Señora, merecemos respeto no nos trate de esa manera por favor.
_ ¡Cállate! Ya te dije que te largues.
_ ¿Me está hablando  a mí?, señora usted ¿me está hablando así a mí?
_Si, a ti te hablo o te vas ahorita o llamo a la policía.
¡Imbécil!
 Grita la mujer roja de la cólera.
El hombre toma aire y se envalentona  siente que ya ha sido suficiente el maltrato que le ha hecho la iracunda mujer  y en un ágil movimiento se lleva la mano hacia la parte trasera de la correa y extrae una  pistola. Y apunta a la cabeza de la asustada mujer.
Ahora si vieja de mierda, te voy a enseñar a tratar bien a la gente. Que te has creído tu maldita, que por tener dinero vas a venir a insultarme, a mí nadie me trata mal sabes, soy un ciudadano hecho  y derecho  y por gente como tu es que estamos jodidos.
Los ojos de la mujer parecen salirse de las cuencas  y empieza a sudar de miedo. Intenta hablar pero el hombre  se le adelanta.
_Si hablas, te reviento los sesos.
El hombre se le acerca y la toma del cuello, la mujer tiembla de nervios y de pánico, quiere llorar pero no puede.
_ Ahora habla pues, dime todo lo que me dijiste antes.
La mujer me mira como pidiéndome ayuda, yo no sé qué hacer y me quedo quieto y callado con la camisa a cuadros en la mano.
El hombre acerca el cañón de la pistola hacia la boca de la mujer.
_ ¡Ábrela!
La mujer  cierra los labios con fuerza y hace una mueca que le afea el rostro.
El hombre la sujeta con fuerza y la obliga, ella abre la boca y él le  introduce levemente  el pedazo de metal .El silencio me hace escuchar los chasquidos de los  dientes de la mujer que hacen al chocar con el metal.
_ A ver si así te quedas callada y no insultas a la gente por sus rasgos físicos  pendeja de mierda.Luego le  saca el arma  de su boca y se la coloca a la altura de la sien. La mujer llora quiere gritar pero no puede, me sigue mirando y yo quieto sosteniendo la camisa a cuadros.
El hombre la jala contra él y retroceden unos pasos y le habla a la mujer:
Es una línea muy delgada la que separa  a un ser humano  de un criminal  ¿Lo sabías?
La mujer quiere mover la cabeza pero él esta apretando con fuerza y la sofoca.
_ ¿Sabes cuál es la diferencia entre un asesino y yo?
La mujer esta quieta y callada y sus ojos derraman delgadas lágrimas.
_ Yo lo estoy pensando, él ya te hubiera matado. Esa es la diferencia.
Ningún otro cliente entra a la tienda ni siquiera se asoman a las vitrinas, afuera el sol está quemando quizá por eso no hay mucha gente.
_ Quería comprar una blusa azul para mi esposa, porque estoy harto de que solo use  color negro, fui al banco a retirar dinero y tengo en mi cartera  mi tarjeta de crédito, quise ser amable y caballero, pero tú me hiciste enojar y ahora soy un animal. Entiendes.
La mujer trata de zafarse usando sus dos manos pero él  la esta apretando fuerte  del  cuello con su brazo izquierdo mientras con el derecho le está apuntando en la cabeza.
_ ¡Anda! , escoge lo que te estoy pidiendo y envuélvelo para llevármelo. Elige uno de tu talla.
Y la empujó  para  adelante, la mujer trastabilla y se fue hasta el lugar indicado, escogió una elegante blusa de color azul, y la puso en una bolsa de regalo de papel. Colocó la bolsa  sobre el mostrador. Y  se acercó de nuevo ante él que le seguía apuntando.
_ Ahí la tienes. Tranquilo no me hagas daño. Suplicaba temblorosa.
_ ¿No me la vas a  cobrar supongo no?
_ Después de todo lo que ha pasado, además como soy un pobre serrano de mierda no creo que tenga el dinero para pagarte. Ahora ven para acá y arrodíllate.
En ese momento, dejé la camisa colgada  en su sitio  y quise abandonar el lugar, el hombre giró para verme y fue suficiente para quedarme estático y mirar lo que seguía.
La mujer por instinto se había arrodillado delante del hombre y juntaba las manos  suplicando por su vida. El hombre dio un paso y se tocó los genitales, observa  la pistola y le pregunta:
_ ¿Cual prefieres?
La mujer agacha la cabeza y llora desconsoladamente.
_Ahora lloras  puta ¿No que eras tan valiente?, no que era un serrano, un pobreton, no que ibas a llamar a la policía, ¿Te acuerdas? Ah otra cosa te digo los clientes siempre tenemos la razón  ¿lo sabes no?, bueno ahora échate boca abajo.
La mujer obedece sin chistar, mantiene la boca totalmente cerrada muy distinto que al principio donde no dejaba hablar a nadie.
El hombre camina lentamente hasta el mostrador coge la bolsa,  da una última mirada a la mujer
_Para que aprendas a  tratar a la gente. Le dice.
Pasa por mi lado sin mirarme guarda el arma en su espalda debajo de la camisa y sale de la tienda, la mujer sigue  llorando con las manos cubriéndose el rostro.
La miro y me da lástima verla, toda su soberbia del principio había desaparecido ahora era un ser mas, uno común y corriente como todos nosotros. No quise comprar la camisa en ese lugar y en ese momento, caminé despacio hasta la puerta y me alejé. El hombre había desaparecido sin dejar rastro de su presencia. A los pocos días cerraron la tienda.














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