miércoles, 8 de junio de 2011

EL ARO DE ORO








Era sábado y salimos del trabajo como a la una de la tarde, hicimos un poco de hora colaborando con los demás compañeros de la oficina antes de salir a nuestro domicilio, me acerque un momento a donde estaban mis amigos Richard y Reinaldo para ayudar a este ultimo a terminar de ordenar sus ultimas entregas de documentos al jefe. Lo hicimos de muy buena gana porque siempre nos ayudábamos entre nosotros para poder agilizar y aligerar la carga de trabajo que cada uno de nosotros tenia en la oficina.



Al cabo de contados minutos terminamos con lo acordado, y al poco rato salimos de la oficina ni bien traspasamos el umbral de la puerta que da a la calle un fuerte sol nos cegó por un momento el calor acá afuera era insoportable, diferente al ambiente fresco que gozábamos en la oficina gracias al aire acondicionado, el flaco Reinaldo se mostró agradecido por nuestra ayuda y nos invito a tomar un par de cervecitas en un restaurante cercano hasta allí nos dirigimos al concurrido lugar, el mozo que ya nos conocía de inmediato nos ubico en una mesa desocupada, ya instalados nos animamos a pedir un cevichito aparte de las dos chelitas bien heladas, así la pasamos muy bien charlando de cómo nos había ido el dia en la oficina y gastándonos algunas bromas, lo malo era que En esos momentos estábamos un poco quebrados de fondos, no teníamos el suficiente dinero para seguir disfrutando de la rica cerveza.



Fue en esas circunstancias que se acerco a nuestra mesa un muchacho lustrabotas a ofrecernos su servicio el cual rechazamos respetuosamente el muchacho de apariencia mestiza sonrió tímidamente y se retiro a otra mesa y se perdió en el espacioso restaurante, terminamos de beber las cervezas y al ver que no podíamos pedir mas optamos por retirarnos del lugar nos levantamos para desocupar la mesa y nos dirigimos los tres a los servicios higiénicos nos lavamos las manos y mojamos el cabello luego de darnos una peinadita salimos fuera del local.



Allí justo al frente de nosotros vimos nuevamente al muchacho lustrabotas, creo yo que nos reconoció él también y de inmediato nos abordo nuevamente para ofrecernos una lustradita, que también con respeto la rechazamos, pero de inmediato se acerco al lado de Richard no sé por que fue hacia él, luego de hablarle misteriosamente le ofreció algo que estaba envuelto en un pedazo de papel higienico, Richard se detuvo mientas nosotros seguimos caminando, luego Richard nos llama y al voltear observamos que conversaba animadamente con el lustrabotas lentamente nos acercamos y vimos que Richard tenia en sus manos un aro de matrimonio el cual revisaba meticulosamente, mira me dijo me esta vendiendo este anillo, a cincuenta soles.



-Mmmmm, dije mirando fijamente la opaca joya, a decir verdad no podía distinguir si era oro o no ese pedazo de metal labrado en un aro de matrimonio, me abstuve de darle mi opinión Reinaldo hizo lo mismo y solo sonreímos, pero mi amigo Richard cegado por su ambición y creyendo que haría el negocio de su vida empezó a negociar con el diminuto lustrabotas que tenia una labia sorprendente ellos negociaban y nosotros simplemente observábamos. Al cabo de unos minutos Richard se me acerca y me dice que el chico había bajado el precio a veinte lucas, préstame algo de plata me dijo casi susurrándome al oído, no tengo le dije, lo único que tengo ahorita es mi pasaje y unas cuantas monedas más solo eso, Reinaldo le dijo lo mismo, la cosa fue que entre los tres reunimos el dinero claro que Richard puso más y fue él mismo quien cerro el trato con el muchacho veinte luquitas a cambio del aro de matrimonio en cuya circunferencia estaban los nombres de los contrayentes en bajorrelieve y la fecha del matrimonio. Entregado el dinero el chiquillo empezó a retirase lentamente perdiéndose calle abajo, los ojos de Richard brillaron de ambición y multiplicaba por diez su inversión, prometió pagarnos el préstamo el dia Lunes, ahí nomás se despidió el flaco Reinaldo y me quedé con Richard.



¡Comparito! Acompáñame al centro a vender esta vaina, necesito dinero para la noche, vamos te invito un par de chelas, lo vi entusiasmado y eufórico pensaba que había multiplicado su inversión, para saber el desenlace de su gran negocio decidí acompañarlo y nos dirigimos al céntrico jirón de la Unión.



Al llegar allí lo primero que empezamos a buscar fue una casa donde compraban y vendían oro, presuroso caminaba Richard y yo tras de él. Hasta que al fin vimos un enorme letrero que decía “ORO” compra y venta, presuroso se abalanzó a la puerta para tocar, salió a responder un gordo bigotón con un enorme y mugriento sombrero de paja, sonriendo preguntó que era lo que deseábamos, al instante Richard sacó de su bolsillo el aro y se lo entrego en la mano diciendo vengo a vender este aro de oro, el gordo tomo el metal entre sus manos lo miro por un segundo y sonriendo le dijo ¿Dónde esta el oro? Por que esto es cualquier cosa menos oro, el rostro de Richard enrojeció y nervioso se saco el aro de matrimonio que tenia puesto en el dedo y se lo entrego al gordo, éste sonrió nuevamente y dijo, esto si es oro ahorita te lo peso y arreglamos, Richard asustado le quitó los aros de las manos agradeció la deferencia del gordo y salimos raudos de ese lugar.



Mi amigo Richard había sido timado por un modesto lustrabotas, pagó caro por su ambición aunque él luego de algunos días diría que el destino del aro de bronce perdón de oro había sido un incauto al cual se lo empeño por seis cervecitas, así había recuperado su inversión argumento para mi poco creíble.

No hay comentarios:

Publicar un comentario