viernes, 17 de junio de 2011

EL CIGARRO











Aunque no soy un fumador empedernido, soy conciente del daño irreversible que puede ocasionar en nuestro organismo el tabaco, tanto a personas fumadoras como a los que no fuman todo depende de que si nuestros genes están más propensos a desarrollar algún tipo de cáncer producido por el tabaco.




En mi caso me puedo considerar un fumador social, pues solo fumaba en reuniones y cuando había licor de por medio, raras veces lo hacia por ansiedad, aunque también debo confesar que el ver fumar a otra persona me incrementaba el deseo de hacerlo, ahora último el escuchar por la radio los mensajes y algunos testimonios en contra del consumo del cigarro y también la publicación en el reverso de las cajetillas de cigarro las fotos de los mas impactantes casos de cáncer producidos por el éste me hacían pensar en abandonar mis deseos y las ganas de seguir fumando aunque no es un vicio que tenga pero si a veces lo hacia muy a menudo.



Era mi costumbre que a cada compromiso que asistía mínimo me compraba mi cajetilla de cigarros pero la de diez unidades, no quería exagerar mi consumo y no me daba cuenta que el fumar solo un cigarro me estaba haciendo mucho daño, muchas veces intenté no fumar por largos períodos y lo hice, pero siempre sucumbía al deseo de hacerlo.



Ahora último me dí con una sorpresa, llegué a casa un día y mi hija estaba realizando un experimento con sus amigas de colegio, construían una “botella fumadora”, sin querer me puse a ayudarlos e hicimos el experimento y quedé impactado con el resultado, quedé impresionado al ver como el humo del cigarrillo invadía la botella e impregnaba sustancias negras en el agua limpia, e imaginé a mis pobres pulmones invadidos por ese humo tóxico que yo les proporcionaba, tomé conciencia en el acto y me propuse dejar de fumar en el futuro.



Hace poco asistí a varias reuniones y me abstuve de comprar cigarrillos y por ende me abstuve de fumar, estuve en esas reuniones brindando con mis amigos, vi a varios de ellos fumarse un cigarro, sacar de sus bolsillos cajetillas yo solo observaba y por fin pude comprender lo malo e incomodo que te pueda resultar aguantar el humo ajeno y también lo perjudicial que te pueda resultar, aparte que es poco agradable a la vista. Aunque estuve a punto de pedir un cigarrillo y sucumbir ante el adictivo olor y sabor del cigarro, pero no lo hice y me sentí muy bien de no hacerlo.



Ahora puedo tomar conciencia de lo dañino que resulta ser el cigarro y en adelante lo tendría que pensar varias veces antes de consumir uno, pero por ahora he decidido no hacerlo nunca más.

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