lunes, 12 de diciembre de 2011

¿ Y MI JUGUETE?






Creo que se acercaba la navidad, y quería mi juguete, para tal caso converse con mi padre para que me compre algo para las fiestas navideñas, aceptó mi pedido y me dijo que un dia de esos iríamos a comprar el juguete deseado, me puse contento y solo me quedaba esperar el dia señalado para comprar el juguete.



Pero había un pequeño problema, mi padre para hacer compras es algo especial y salir de compras con él era recontra pesado y cansado por que mi viejo para pagar era recontra duro y recontra regateador en los precios y a veces debido a esa peculiaridad de él regresábamos con las manos vacías, solo por encapricharse en no pagar lo que pedía el vendedor..



Llegado el esperado dia, nos dirigimos a la cuidad de Huancayo aprovecharíamos que él haría unos trámites documentarios y luego tendríamos toda la mañana para buscar el deseado juguete, en esas fechas estaban de moda los juguetes a control remoto y durante todo el viaje estuve alucinando con lo que me iban a comprar.



Caminamos por casi todo el centro de la ciudad buscando algo novedoso, ingresamos a un montón de tiendas y cuando ya tenia elegido el juguete mi viejo desistía por que no le daban rebaja, mataba mi ilusión cada vez que me decía “Mejor vamos a otro sitio” y me jalaba del brazo para salir de la tienda, dimos vueltas y vueltas regresábamos a las mismas tiendas y exigía que le rebajen un poquito más, yo impaciente casi suplicaba con la mirada que mi viejo saque del bolsillo el dinero para pagar y nada.



Luego de caminar por varias horas nos dirigimos por un jirón poco transitado cuyo nombre no recuerdo y allí a media cuadra había una pequeña tienda que pasaba casi desapercibida sin rotulo alguno y casi ignorada, ingresamos y en el interior pude distinguir que el mostrador y los anaqueles estaban repletos de juguetes de todos los tamaños y colores, amablemente el propietario nos atendió y mi vista se detuvo en una pequeña moto azul con rojo cuyo piloto un muñeco de goma de color rojo y casco negro, el acomedido vendedor nos indico que era a control remoto probó la moto en el piso de madera de la tienda e hizo que yo lo maniobrara el sonido y los colores sicodélicos que emitía al desplazarse el motociclista lo hacia atractivo y deseable, contaba con mi aprobación, ahora venía lo más difícil el precio, la pregunta de rigor la hizo mi padre.



¿Cuánto cuesta?



Por un momento la ilusión se me vino al suelo, estaba seguro que mi viejo rechazaría de lleno la compra opté por hacerme el desentendido y miraba los estantes tratando de buscar algo más barato, ni cuenta me di que la moto ya era mía, me imagino que fue con rebaja y regateo incluido, la cosa es que salímos de la tienda con una enorme bolsa en la cual llevaba la caja y extasiado observaba a cada rato el enorme dibujo del motociclista. Caminamos unos pasos luego ingresamos a una panadería y mi padre compro unos ricos bizcochos atraídos por el olor a pan caliente que emanaba de de dicho local.



El regreso a casa fue triunfal, fui la envidia de mis amiguitos de barrio, el motociclista paseaba raudo por el piso encerado de mi sala, yo era feliz. Pero a los pocos días de estrenado el juguete éste dejó de funcionar, le cambié las pilas y nada, presionaba el control remoto y ni se movía solo una tenue luz roja parpadeaba de la moto. Habia dejado de funcionar y tanto que me costo obtenerla las horas de caminata en Huancayo, ahora era un simple juguete más que iría a parar en un rincón para ser olvidado rápidamente.



En otras oportunidades se repetiría la Odisea de ir de compras con mi viejo, creo que no ha cambiado, hace poco lo acompañé después de muchos años a comprar algo y sigue regateando precio y se pone más terco que antes, yo siempre a la distancia haciéndome el desentendido para no pasar roche. Solo sonrío y pocas veces intervengo como si todavía fuera un niño.

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