jueves, 14 de junio de 2012

CONFESION








Cuéntame pe huevón, me dijiste algo mortificado mientras te servias la cerveza bien helada, mi sonrisa cachacienta creo que te saco de quicio, y frunciste el ceño  arrugando la parte superior de tu cara.



¿ Que te cuente?



Para que quieres que te cuente, mejor lo dejamos así nomás y será mejor para todos.



_ No seas pendejo pe huevón, cuenta como fue, insistías con fuerza.



No estaba seguro de  lo que te iba a contar  a lo mejor afectaría tu estado de animo o  lo que es peor  alteraría  nuestra amistad.



Pero me miraste con algo de  preocupación y allí entendí  lo que  tu querías era saber la verdad  del incidente que te contaron  Miguel y  Efraín, la verdad  de lo que paso esa noche hace ya muchos años atrás en  nuestra  época   de colegio..



Mira mi hermano, de eso ya paso mucho tiempo y no viene al caso recordar ahora, no sé por que te empeñas en seguir  insistiendo en que te cuente algo que a lo mejor no te conviene y te pueda perjudicar, así que toma nomás ¡salud! ,te respondí tratando de ser lo más diplomático posible.



Miraste alrededor del bar, como si contaras en silencio a todos los que estaban allí sentados, lentamente  te serviste otro vaso de cerveza helada, aspiraste aire lo más que pudiste y luego suspiraste largamente hundiendo la mirada   debajo de la mesa, luego  agarraste  el vaso lleno con tu mano derecha y  bebiste de a pocos  la espumante cerveza.



Terminaste de beber y me pasaste el vaso  algo mortificado, con ganas de sacarte la espina de algo,  quizás con un poco de  rabia. Solo te esquivé la mirada haciéndome al cojudo.



_  Déjate de huevadas  y te pido por favor que me cuentes, dijiste.



¡Carajo  Juancho, no jodas!  no te voy a decir nada. Y  bebí lentamente  la cerveza, la sentí amarga, mas amarga que de costumbre, y  me daban ganas de cortar  la conversación pero eras mi amigo y me tomé mi tiempo para ordenar mis ideas y  sacar posibles conclusiones de tus reacciones, aunque te conocía  muy bien, estaba seguro que no harías nada malo.



Traté en vano de cambiar la conversación, de nada me sirvió hablarte de lo mal que estaban la “U”  y  Alianza, de lo horrible que jugaba la selección, de cómo le estaría yendo a  Miguel y  Efraín fuera del país. Tus ojos achinados  resultado  de las ocho botellas de cervezas  que nos habíamos  tomado, el bar se estaba llenando cada  vez más  y  el bullerio de la gente te impedía hablar despacio.



Mira compare, a mí no me vengas con vainas y cuéntame lo que  en realidad pasó con  Carmen, si es cierto o no lo que esos huevones  me contaron. De esta manera me diste un ultimátum, sabía de lo bien enterado que estabas de lo que paso esa noche con Carmen, Efraín me había dicho que te habían contado todo.



 ¡Claro!



 Entre  nosotros no había secretos  y todos sabíamos lo que en realidad había pasado incluyéndote  a ti, y no veo ahora él por que de tu insistencia de que yo mismo te cuente  lo que paso.



¡ Puta mare!  Juancho, que te pasa, eso ya pasó, o acaso Carmen  todavía te interesa, ella ya debe de estar casada y con hijos así como tú lo estas, y  vienes  a pedirme  que te cuente detalles de una noche  de juerga que paso hace muchos años atrás, además todo paso por tu culpa o acaso ya no te acuerdas quién fue el que  la cago, ¿ Te acuerdas o no?.



Tu silencio se hizo largo y tu mirada se empezó a perder por los rincones del bar, te tomaste unos segundos y  te sinceraste:



_ Mira sabes una cosa, tu tienes razón; Me dijiste, es la verdad yo la malogré esa vez pero ya pasó, y quiero confesarte algo, si  me case..... y no te dejé terminar.



¡Carajo!  Juancho, no  me digas que te casaste con Carmen.



Si huevón, me casé con ella y  por eso quiero saber la verdad.



Mira Juancho, si es así me imagino que ella te ha contado todo lo que pasó, y debes de creerle porque es tu esposa y me da gusto que así sea, ¿ y por que no me invitaste al matrimonio cabron?, Somos patas Juancho  y déjate de estar pensando un montón de huevadas, mira mi hermano te voy a contar lo que pasó, y tu sacarás tus conclusiones.



Te serviste él ultimo vaso de cerveza, secaste la botella  luego  llamaste al cantinero y pediste dos más y te quedaste callado mirándome a los ojos, esperando que empiece mi relato, no te esquivé la mirada  y comencé a contarte lo que tu ya sabias.



Juanchito, esa noche nos íbamos con toda la mancha  a una fiesta ¿Te acuerdas? , Pero tu  empezaste a coquetear con  Mariela, pensando que nadie te estaba viendo y creías que Carmen no se iba a  enterar, estábamos en la puerta de la casa de Miguel tomándonos un roncito, y fue allí que aprovechaste para agarrarte a Mariela que había llegado de Lima y era la prima de Efraín, fue tu culpa  Juancho, te advertimos y no  hiciste caso y fue en  el mismo momento que te chapabas a Mariela  que  apareció justo delante de ti Carmen, no sé como había hecho para  que sus padres le dieran permiso, hizo muchas cosas por ti Juancho para estar contigo, a tu lado. No te dijo nada y ella camino  hacia mí, se puso a mi lado y me abrazó poniéndose a llorar en mis brazos, la abrasé fuerte ante la atónita mirada de todos los allí presentes, incluyendo al huevón de Efraín que se puso rojo como un tomate y tu  dejaste de besar a Mariela  y te hiciste  la víctima, la pobre Mariela quedó mal parada y se fue corriendo mandándote a la mierda, y tras de ella  el alcahuete de su primo para tratar de consolarla. ¿Te acuerdas?.



Tu mirada seguía clavada en el piso, y movías la cabeza afirmativamente, sé que estabas pensando en ese momento, y recordabas cada detalle, y proseguí.



La situación estaba tensa, nadie reaccionó todos se quedaron estáticos sin saber que hacer, ella seguía llorando  su cara  presionaba mi pecho, luego me dijo al oído que la llevara a su casa, y eso hice, te di una ambigua mirada y tu agachaste la cabeza, y te dejé allí parado con los demás del grupo. Caminamos abrazados lentamente con dirección a su casa que quedaba unas cuadras más abajo, en silencio por que no sabía que decirle y ella  escurriendo las lágrimas de sus ojos, así desaparecimos en la oscuridad de la noche, estando a  pocos pasos de su casa ella me desvió y me dijo:  “NO”, vamos a la alameda  quiero hablar con alguien, acompáñame no me dejes sola. Y eso hicimos, nos fuimos a la alameda  caminando abrazados y en silencio, llegamos y nos sentamos en una banca, hacia frió y la sombra de los enormes árboles  nos cubrían por completo y sentimos algo de miedo, pero luego de mirarnos sonreímos, traté de ser un caballero y buen amigo, ella me contó un montón de cosas, de su niñez, de sus amigas del colegio, de sus viejos  y de ti, de como se conocieron  y esas cosas, yo la escuchaba atentamente, estaba dolida, engañada y poco a poco al menos por fuera esa tristeza se fue disipando, no sé por cuanto tiempo estuvimos allí solos, abrazados y contándonos nuestras cosas, y me gustó verla sonreír de mis ocurrencias, “Eres un loco” me dijo  mostrándome una dulce sonrisa. No entiendo como Gabriela  no  te acepta como enamorado “eres un amor”, que tonta que es ella, remató diciendo, y me quedé mudo y sorprendido, no pregunté quien le había contado eso lo de Gabriela, imaginé que tu se lo habías dicho. Te miré y callado solo asentiste con la  cabeza.



Quiero confesarte algo, al estar allí con ella los dos solos a la luz de la luna sentados en una banca de la alameda, quise besarla, acariciarla, quise hacer muchas cosas, pero no pude, no podía  aprovecharme del mal momento que ella estaba pasando y otro por que tú eres mi amigo, solo la miré  a los ojos y la abrasé fuertemente, y fue allí donde  nació la idea de inventar un romance, el momento era  propicio y ella  me dijo:



 ¿Sabes una cosa?



Que, le dije.



Quiero “vengarme” de tu amigo me dijo; así a secas y se sonrió.



 ¿Conmigo?



Pregunté, si contigo respondió muy segura, y por eso quiero que me ayudes. Al principio dudé pero luego ella me convenció y decidimos contar a nuestros amigos más cercanos  que  esa noche los dos habíamos tenido “algo”, un  agarre y un chape, y ellos se encargarían de hacer crecer el “chisme”, decidido esto  la llevé a su casa la dejé en la puerta y al despedirnos nos matamos de la risa de nuestro plan, y así fue Juancho lo demás ya es historia conocida  el chisme se hizo grande y nos jodió a todos, no pensamos en las consecuencias, ustedes se separaron y se bronquearon, a mi  me catalogaron de traidor y mal amigo, Gabriela no quiso saber nada de mi y perdí mi oportunidad de estar con ella, los perdí a todos ustedes, terminé el colegio y me desaparecí hasta encontrarnos todos  nuevamente hace algunos años y  todo se aclaró gracias a Dios. Volvimos a ser  amigos y nunca pensé  que  esa broma me costaría caro, pero bueno la vida es así, Y acá estamos tomándonos unos tragos tu casado con Carmen  y yo todavía soltero.



Al terminar, vi tu rostro y sentí tranquilidad en tus facciones, te habías quitado un peso de encima y Carmen te había contado la verdad.



Me agradeciste con emoción el gesto, bebimos las dos últimas cervezas y abandonamos el bar, eran como las dos de la mañana y tambaleante me dirigí al filo de la pista para tomar un taxi, te vi desaparecer por esa ancha avenida  te ibas caminando a tomar tu colectivo, satisfecho de salir de tus dudas y feliz de estar casado con una buena mujer. En el trayecto no pude evitar pensar en ustedes dos, en la gente del barrio, en Gabriela, y así como tú a lo mejor algún dia me la encontraba y contra todo pronóstico terminaría casándome con ella.



 Pensé en Carmen  la chica tierna y sincera,  tan buena gente que ahora era tu esposa, imaginé estar en esos años. El carro se detuvo, había llegado a mi destino y bruscamente todas esas imágenes retrospectivas   se esfumaron, bajé del taxi y caminando zigzageante  de dirigí hasta mi casa.








1 comentario:

  1. Jajaja...simpática la historia, aunque con un final predecible...pero,no por ello, deja de captar la atención del lector...

    felicitaciones...suerte..

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