martes, 30 de octubre de 2012

EL GATO VOLADOR







Esta es la historia de un gato, un gato que se ponía a pensar todas las tardes en como seria transformarse en otro ser, se tendía en el césped del parque para solearse y relamerse por horas con su lengua húmeda sus patas delanteras, así tendido se ponía a observar a las personas que pasaban por su lado, las miraba detenidamente y se imaginaba si algún día podría ser como ellas.

El gato pensaba que la naturaleza se había equivocado  con él, que él podría  tranquilamente  ser cualquier cosa menos un gato, era un gato pero no se sentía gato, ser gato era muy poca cosa para él, el maullar, el arañar, el trepar y cazar ratones  era algo denigrante. El gato pensó en algún momento ser un hombre pero lo desechó de inmediato, no se veía vistiendo ternos y asistiendo al trabajo todos los días, caminando apurado para ganar tiempo antes que el tiempo le gane a él. Pensó ser una bella chica pero también  desechó esa idea por ser de un carácter rebelde y radical esas cosas no se verían bien en una dama pensó.

El gato dentro de muchas cosas también pensó en ser un niño, un perro, un elefante, una jirafa, un ratón, un pan, un libro, un helado y en fin muchas cosas pero al final siempre se quedaba siendo simplemente un gato. Hasta que una mañana vio descender en medio del parque a una bandada de palomas que revoloteaban dando saltitos y extendiendo sus alas, y ante cualquier movimiento de las personas simplemente  agitaban las alas y se elevaban por el aire para luego posarse en el lugar que ellas querían.

¡Eso es!

Exclamó el gato al instante, quiero ser como ellas se dijo: Sería bacán volar, irme a donde yo quiera simplemente con agitar mis alas, ser libre como el viento y sobre todo volar, eso va justo con mí personalidad pensó el gato con un enorme ego.

Sin que se diera cuenta luego de contemplar por largo rato el comportamiento   de  las palomas el gato se quedó profundamente dormido y empezó a soñar, sintió que sus patas traseras se hacían más cortas y delgadas, miró con asombro y algo asustado como su alargado cuerpo se iba reduciendo y haciéndose más liviano y regordete, quiso correr y no pudo, sus pequeñas patitas solo le permitía dar  saltitos insignificantes, extendió sus patas delanteras y sintió que se desplegaban haciendo crujir las frágiles plumas, se asustó al no poder distinguir sus filudas garras y en su lugar observó con asombro unas livianas plumas de color gris, agitó con desesperación sus extremidades y  comenzó a elevarse por los aires alzando vuelo y vio  las cosas diminutas desde arriba; por un momento sintió algo de vértigo y quiso vomitar pero poco a poco se fue acostumbrando y comenzó a gritar de felicidad, se dio cuenta que sus maullidos le sonaban raro y que en vez de un hocico con filudos colmillos ahora tenía un diminuto pico  y que sus arrullos molestaban a las personas que estaban abajo, se alejó feliz por  el ancho cielo.

Al sentirse cansado vio un gran templo, empezó a planear en dirección a él y lentamente se posó al borde de una  cornisa, algo agitado dio algunos pasitos en el estrecho espacio y luego dobló sus frágiles patitas y se durmió acurrucado en su mismo cuerpo. Así pasaron unas horas hasta que una fuerte brisa golpeó su rostro y despertó, grande fue su sorpresa al abrir sus ojos, el gato se encontraba  en lo alto del capitel de una iglesia al costado de una enorme y pesada estatua de un apóstol, sintió temor y le temblaba el cuerpo de gato, asustado contempló su cuerpo y se tranquilizó al ver su abundante  pelaje marrón, allí se quedó un largo rato pensando en lo maravilloso que fue volar.

El gato tuvo que conformarse con ser lo que es: Simplemente un gato.








No hay comentarios:

Publicar un comentario