Foto tomada en marzo de 1996. © Domingo Martínez Castilla
Visitaba el cementerio de Jauja, aprovechando mi viaje, la
paz y quietud del camino hasta llegar al camposanto invitaba a pensamientos y
recuerdos de la época pasada de mi niñez
y adolescencia, los recuerdos se posaron en mi mente como ráfagas de viento fresco,
recordé los tristes momentos en que me
toco despedir a mis abuelas, de hecho les llevaba las flores y las volvería a “ver” después de algunos años.
Recordé algunos entierros bulliciosos con
orquestas y banda de músicos que a pesar de eso no dejaban de ser
tristes ,recordé otros sepelios más
solemnes, y en épocas de todos los santos y en el día de difuntos recordé los
tristes y melancólicos responsos que los familiares de los muertos mandaban
hacer frente a los nichos , que
sin querer queriendo te hacían derramar
algunas finísimas y tristes lágrimas.
Luego de colocar las flores a las abuelas me senté por un
momento en la hierba bajo el radiante
sol y cielo azul jaujino adornado de escasas y
blanquísimas nubes, contemplé el
inmenso camposanto que poco a poco se estaba poblando, contemplé el largo y céntrico pasillo
flanqueado por verdes cipreses, me acerqué hasta una de las piletas y
mojé mi cabello con esa agua fría, agua
fría de Jauja.
Caminé errante bajo
las miradas extrañas de algunos presentes, caminé por entre los pabellones mirando los nichos y mausoleos de los que yacían allí para siempre, nichos de
toda clase y de gustos singulares,
mausoleos pétreos y marmóleos, grandes y chicos, viejos y nuevos, cuidados unos
y abandonados otros, me parecía estar en un museo contemplando
obras de arte. Aunque algunos lo son en realidad.
Contemplar los nombres y las fechas en un cementerio siempre cautivo mi atención
y mi curiosidad y aquí en Jauja
tenía todo el tiempo del mundo para seguir observando una y otra
vez a mi regalada gana lo que tenia frente a mis ojos.
Fue así que en ese
paseo me topé con los
nombres de algunos conocidos, y me hice
una pregunta : ¿Serán ellos?, me detuve
a verificar los nombres y las fechas todo coincidía “son ellos”, la muerte había venido para llevárselos a muy temprana edad, la
muerte implacable llegó a Jauja y se llevó a mis amigos de escuela, a mis amigos de
colegio, a mis vecinos, tan jóvenes y ya no están, se fueron
para siempre.
Seguí recorriendo los silenciosos pasadizos floridos y para mi sorpresa tropecé con tu nombre.
¡No lo podía creer!
Eras tú Miriam, si tú, que un día me pediste ser tú pareja
de promoción, que luego de eso nos llegamos a conocer mejor, y fuimos buenos
amigos, aunque me hubiera gustado ser algo más. Recordé a tus hermanas y recordé la última conversación que
tuvimos habías llegado de Lima y me
contaste tus sueños y tus proyectos, y nos aconsejamos mutuamente y te dije que
también pronto me iría a Lima, y
sonreíste.
Recordé las fiestas
de carnavales aunque bailé con tu hermana a pedido tuyo, pero me hubiera gustado bailar contigo, pero bueno así
es la vida, recordé la foto que nos
tomamos ese día de la fiesta de tu promoción,
y contemplé en ella tu sonrisa dulce y
serena, te recordé a ti que ahora ya no estás.
Recordé que un día
pensaba encontrarte en Lima, en
Jauja, o en algún otro lugar pero
nunca pensé encontrarte aquí.
Descansa en paz amiga, de vez en cuando vendré a “verte”.
Enero, del 2010.
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