lunes, 20 de enero de 2014

LA NOVIA




Desaliñada con la mirada perdida en tiempo y espacio caminaba a pasos lentos por el amplio pasillo. Llevaba puesto un largo y vetusto vestido  que alguna vez  fuera  blanco y en sus manos sostenía un  maltratado bouquet. El paso del tiempo le marcaron algunas arrugas en el rostro y su sonrisa había desaparecido para siempre  desde que un 20 de  Junio  de hace treinta años cuando  la dejaron plantada  al pie del altar  de la iglesia  porque  su amado novio  jamás llegó.
Vestía el mismo vestido de novia  que luce  ahora  y desde ese momento perdió la razón

domingo, 9 de junio de 2013

MARTIN





Martin sintió un agudo dolor en el vientre, se puso de pie y camino con dirección a la puerta del departamento de su amigo Juan, quiso salir, huir corriendo pero no pudo el dolor se intensificaba cada  vez más, camino de regreso hasta donde se encontraba Juan hincado en el suelo y con la nariz pegada a la mesita de centro de la sala. Martin  presencio por algunos segundos  como su amigo se aplicaba una línea de coca.
¡Basta ya!
Dijo Martin agarrándose el vientre con ambas manos y haciendo una mueca de dolor deformando su rostro.
¡Me duele!, ya no aguanto más este maldito dolor es insoportable vociferaba Martin mientras caía de rodillas al suelo. Juan se levanto de su posición y camino hasta donde estaba Martin, le extendió un pedazo de papel con algunos gramos de coca para que aspire, Martin lo miro con desprecio y le dijo:
¡Carajo! , me estoy muriendo de dolor y tú en vez de llevarme a un hospital me ofreces esa basura.
Juan lo miro sorprendido, sonrió   y aspiro los gramos de coca que Martin había rechazado y regreso a su sitio.
Martin, trato de incorporarse pero sintió que al hacerlo el dolor era más intenso e insoportable, solo cuando estaba en cuclillas el dolor parecía desaparecer y se quedo en esa posición un buen rato, hasta que llego Fiorella, la amante de Juan. Ésta al verlo se quedo sorprendida y se acerco hasta donde estaba Martin, agazapado y de cuclillas en un rincón de la sala, se arrodillo y le pregunto qué era lo que pasaba. El pobre hombre  tenía el rostro pálido y sudaba   exageradamente. Ardía en fiebre.
_ ¿Que te pasa Martin, que mierda te has aplicado huevon.
_Nada, solo he jalado un poco de coca. ¡Nada más!
_ ¿Y tu huevon? , que mierda haces que no lo ayudas, increpo a Juan que seguía con la nariz pegada al vidrio de la mesita aspirando una línea interminable de coca. Ignorando todo lo que sucedía a su alrededor .Fiorella arrastro a Martin hasta la puerta, desesperada busco un taxi y con la ayuda del taxista subieron a Martin en el vehículo, llevándolo raudamente al hospital del seguro  en Jesús Maria. En el trayecto Martin deliraba a consecuencia de la fiebre, recordaba su niñez, de lo bien que la pasaba en su casa de Camacho en  La Molina. Nombraba a su Madre y a sus hermanos, insultaba a su padre.
_ ¿que es lo que tiene su esposo señora?, pregunto el curioso taxista.
_No lo sé, esta con un fuerte dolor en el estomago. ¡Ah!  Y no es mi esposo es solo un amigo de mi novio.
El auto ingreso por emergencia, y Martin  fue conducido en silla de ruedas hasta el consultorio, el médico de turno reviso y como Fiorella y el aseguraron que le dolía el estomago, los médicos se basaron en los datos del paciente y la acompañante y  ordenaron un lavado gástrico.
Al cabo de unos minutos, al ver que el lavado gástrico  no  surtía efecto deseado, lo sometieron a una ecografía y esto determino que Martin padecía de una obstrucción intestinal severa.
_Hay que internarlo de emergencia. Dijo el médico.
Fiorella pidió permiso para realizar una llamada telefónica, salió al pasadizo y  marco el numero de Laura desde  su celular.
_ ¿Alo?
_ ¿Laura?... Hola soy Fiorella, mira te llamo por que Martin se puso mal, le duele el estomago y muy fuerte, lo  traje al Hospital del seguro, los médicos dicen que lo van a internar a lo mejor es algo grave.
_Queee.En donde esta.Que es lo que le ha pasado.
_No lo sé, pensé que se había metido alguna sustancia extraña pero no lo creo él y Juan solo consumen cocaína, a lo mejor es una sobredosis.
_Mira, Fio, ahorita no puedo ir a verlo estoy ocupada, tengo una reunión importante del trabajo ¿tú sabes?, puedes quedarte con él mientras me desocupo, apenas termine iré a verlo y no le digas nada a los médicos sobre lo que consume. Tú  me entiendes.
_Está bien no les diré a los médicos que es un adicto.
Fiorella espero por varias horas a que Laura aparezca pero esta nunca lo hizo.Prefirio irse a celebrar a una discoteca el resultado del ascenso de uno de sus compañeros, ella era otra adicta.Fiorella también abandono el hospital dejando solo a Martin en esos  momentos muy difíciles su cuerpo temblaba y entraba en angustia síntoma claro de su adicción, necesitaba su dosis de cocaína y marcho presurosa al encuentro de Juan.
Martin  angustiado seguía  en  el hospital, los médicos le habían dicho que tenía que operarse inmediatamente y para ello necesitaban que sus familiares donen  dos unidades de sangre. Su caso era delicado, aparte de su obstrucción intestinal le habían detectado unos tumores en el intestino y el colon, le habían hecho una biopsia cuyos resultados no eran nada alentadores  para Martin. Habían pasado  varios días y nadie había venido a verlo, Martin llamaba en reiteradas oportunidades a su esposa Laura pero esta prometía ir a verlo  apenas se desocupaba pero eso nunca sucedía. Fiorella jamás se volvió a  aparecer en el hospital y el buen Juan menos.
Martin se había quedado solo en los momentos más difíciles de su vida, ahora no tenía amigos, los muchos que alguna vez compartieron con el unas líneas de coca o unas copas de whisky  se habían esfumado como el humo, ahora eran inalcanzables a lo mejor en estos momentos se estarán drogando mientras yo agonizo en este hospital, murmuro. Los dolores se fueron tornando más intensos e insoportables, los médicos presionaban por la sangre y el solo guardaba silencio y maldecía a su  mujer y sus amigos. Porque ninguno había venido a verlo  durante todo este tiempo. Permanecía descuidado con  la barba crecida y  sin  ropa limpia solo con la sencilla bata del hospital, sus sudores y temblores se manifestaban sobre todo en las noches  a causa de su abstinencia, necesitaba su dosis de cocaína. Abstraído contemplaba el techo de la habitación y un fuerte dolor en el pecho le hacía gritar de dolor y maldecía a todos. Su mirada vacía contemplaba con una quietud melancólica como las gotitas del suero caían una  a una para mezclarse con su debilitada sangre.
Esa noche no estaba dispuesto a continuar así, allí mismo se arrepintió de todos sus pecados no pensó en nadie  solo en Dios, en ese ser supremo  que según el seria su salvación. El delirio de la fiebre y los incesantes dolores de su vientre no iban a impedir que se levantase  de su cama, arranco de un tirón el catéter que estaba conectado a su brazo derecho, caminó tambaleante hasta  la puerta luego giro y contemplo la enorme ventana con un fondo oscuro de un cielo sin estrellas. Miro por última vez el oscuro horizonte y con los pies descalzos sintiendo el helado frio del piso hizo su último esfuerzo  en mantenerse  parado, cálculo por donde debería dar el gran salto ese salto que lo llevaría al  descanso eterno a la paz que el tanto buscaba. Se quedo quieto por un instante  rezo un padre nuestro en silencio, luego se persigno, tomo vuelo y con los ojos cerrados se lanzo del tercer  piso, no dio ningún grito, solo el reventar de los vidrios llamaron la atención de las enfermeras que se encontraban de guardia esa noche.
No hubo carta de por medio, Laura, Fiorella y Juan se enterarían  de lo sucedido al día siguiente por las noticias de la tele. Han pasado varios días del hecho y nadie reclama el cuerpo destrozado de Martin.









PARQUE

Te esperé en el parque Suecia,  nunca llegaste. Quedamos en encontrarnos a las  seis de la tarde. Son las siete de la noche y aun te espero, me siento como un  imbécil sentado en la solitaria banca mirando las cuatro esquinas  para verte aparecer. De rato  en rato  camino por el perímetro tratando de disimular mi malestar. Estoy que reviento de rabia, te estoy diciendo muchas cosas que  no te imaginas, y mejor para ti. Camino hasta la cuadra siguiente para evitar que la gente me vea con malos ojos pero no puedo ocultar mi malestar, no sé si irme o seguir esperando. Sera mejor que me vaya ¿Y si llegas?, que huevón soy al pensar que todavía vendrás, de seguro estás en tu casa o a lo mejor no, que mierda estoy pensando. Seguro que tu vieja no te da permiso, si seguro es eso, ni modo, no tienes como avisarme.
Ahora son las siete con treinta, ¡Carajo! Ahora si me voy  y tú te vas a la mierda, me gustaría tomarme un trago, iré a la cuadra a ver si encuentro a alguno de los muchachos para irnos a tomar unas  chelas esta huevada de esperarte ya me llegó. Mañana cuando te vea te voy a decir un montón de huevadas que tengo que decirte ya me estas llegando con tu comportamiento de niñita mimada, hasta cuando vas a pedir permiso a tu vieja, no entiendo, tienes más de veinticinco años  y  la cojuda de tu vieja cree que todavía eres una niña y te cuida como a una nena de quince.
Camino distraído por Daniel Hernández, con la mirada baja, no quiero ver a nadie y que nadie me mire, estoy furioso y si te veo ahora no se qué pasaría a lo mejor te ignore o si no te gritaría aquí mismo que te estuve esperando como un huevón más de una hora y tu seguro que vendrías con una de tus estúpidas excusas nombrando a  tu vieja.
Hace frio, creo que en vez de cervezas un roncito no caería mal así mataría mi bronca y el frio, si mejor será un roncito. Llego a la cuadra y veo al Chino sentado en un murito, me acerco y lo saludo le pregunto por casualidad si te ha visto, me mira algo desconcertado y me dice que te vio hace media hora por la cuadra ocho con un pata. Lo dejo parado con la palabra en la boca y  camino apurado  hasta  mi casa, entro y voy directo al depósito a sacar mi vieja bicicleta, salgo apurado y pedaleo cuadras arriba hasta la cuadra ocho, entro por una calle y pedaleo despacio como peinando la zona, la oscuridad en algunos rincones es absoluta. Si te encuentro con alguien carajo, yo si te saco tu mierda, avanzo unas cuadras llego a un enorme parque donde algunas veces nos encontrábamos y nos besábamos en esas bancas, doy varias vueltas al  parque pero no hay nadie, como nunca el parque esta vacio, sigo por otra calle angosta miro para todos lados y  nada. Ahora pedaleo con fuerza y agarro velocidad recorro varias callecitas estrechas y  veo los portones oscuros  y solitarios donde puedas esconderte con ese huevón, sabes que conozco la zona, anduvimos por allí en varias ocasiones, me alejo más, ya debo estar por llegar a La Mar, sigo dando vueltas como loco, sin éxito. Regreso a mi casa peinando la zona por el mismo sitio por donde transité antes, despacio, calmado, llego a la avenida y enrumbo hasta la cuadra.
Guardo la bicicleta y de inmediato salgo hasta la esquina, veo a un grupito de los patas tomándose un roncito, me acerco y  me saludan, están  Lolo y Beto, el Chino sigue sentado en el murito y se caga de risa al verme yo lo ignoro, también están  mi primo y el gordo Coco y orinando a un lado el Chato. Me pasan la botella y me sirvo y bebo el asfixiante ron, trato de no pensar en ti, a lo mejor estás en tu casa con tu vieja y tus hermanos. No puedo sacarte de mi mente cada vez te vuelves necesaria en mi vida si tan solo pudiera estar a tu lado en vez de estar chupando con mis patas miro para tu casa y no hay nadie está todo oscuro, la conversación  se  vuelve un debate de futbol analizamos el clásico que se viene la mitad somos de la “U”  y la otra mitad son cagones, hacemos algunas apuestas y luego hablamos de las hembras, te nombran a ti y  me hago el huevón, sonrío hipócritamente, solo el Chino sabe algo y también se hace el cojudo.Secamos la botella y hacemos una chanchita para comprar otra. Seguimos hablando de futbol, de mujeres, de alguna bronca del fin de semana pasado, de nuestros viejos, no sé cuánto tiempo ha pasado ni sé qué hora es ahora. El trago ha hecho efecto en todos nosotros, hablamos algunas incoherencias y a veces las palabras  se vuelven gritos.
De repente te vimos pasar delante de nosotros, nos miraste sorprendida, no estabas sola sino con una de tus hermanas  ella  pasó de largo sin mirarme y tú me miraste aunque sea unos segundos, querías venir pero no podías yo quería ir detrás de ti para pedirte explicaciones, quería saber a dónde te habías ido mientras yo esperándote como un huevón en el parque, el que estabas con tu hermana no me garantizaba nada, sabía lo pendeja que era ella, a lo mejor tu también estas en esos pasos y vienes a hacerte la cojuda conmigo,quice ir a sacarte la mierda pero mi primo me contuvo, el chino también intervino y lo mandé a la mierda, el grupo se dividió en dos mientras unos trataban de calmarme los otros seguían chupando tranquilos hablando de otras cosas.
Hoy, que han pasado muchos años, estoy caminando  por el parque Suecia y he recordado muchas cosas, te he recordado a ti, a mis amigos del barrio, si a esos huevones que me engañaron al igual que tu. Ellos sabían que estabas con él, con el pata de la cuadra ocho y se callaron , no me dijeron nada. Qué clase de amigos eran, ¡Claro! También eran tus amigos a lo mejor por eso callaron y no me dijeron nada. No sé donde estarás ahora y tampoco me interesa saberlo, no sé si fuiste buena o mala pero es mejor que todo haya sucedido así. Mejor para ambos, mejor para todos.






sábado, 20 de abril de 2013

Showgirl













A la salida del trabajo, Ernesto decidió apartarse del grupo de amigos y decidió aventurarse por su cuenta  a recorrer las  oscuras calles del centro de  Lima, se le notaba algo excitado, con ganas de tener una aventura sexual  con una buena hembra, caminaba a pasos lentos ojeando  con atención las esquinas  en donde se hallaban escondidas las damas traviesas de la noche, con llamativas prendas y otras casi desnudas  se ofertaban a cualquier transeúnte, Ernesto miraba libidinosamente  las carnes de las féminas, hasta se atrevió a preguntar por el precio a una de ellas pero se dio con la sorpresa de que se trataba de un travesti, se había confundido, era la primera vez que le pasaba, oteo por un momento la azarosa esquina y decidió largarse algo decepcionado, avanzo y llego a la plaza San Martin, doblo por una de las esquinas y se hallo justo en la puerta de un night club. Las luces pequeñas iluminaban chillonamente el ambiente “Club Palermo” se leía en las luces de neón.
Ernesto  asintió con la cabeza que estaba en el lugar indicado, tímidamente se acerco hasta el viejo  calvo que estaba sentado en una taquilla improvisada  en la puerta, y antes que el dijera una sola palabra el viejo le extendía un ticket.
_ Son veinte soles el derecho de admisión y  se te da una cerveza de cortesía
Ernesto sin mencionar una palabra hecho mano a su billetera y saco un billete de veinte y se lo extendió al viejo, este tomo el billete y entrego el ticket.
_ Si deseas puedes invitar al privado a una de las chicas después del show.
Ambos sonrieron.
Ernesto  sintió que la piel se le ponía de gallina era su primera vez  en ese antro, antes ya había asistido al botecito y a la nene, su amigo e “l Mago”  lo había llevado un día en tragos.
Ahora el ingresaba en ese antro solo decidido a vivir su propia aventura. El interior del recinto estaba a media luz, y pudo ver a varias damiselas en apretados, escotados y  cortos vestiditos sentadas en  compañía de varios viejos de saco y corbata, que sobre la mesa tenían botellas de Pisco y Whisky, las mujeres le sonreían, y se dio cuenta que ni   bien hizo su aparición un enjambre de putas  lo rodeaban, Ernesto se sonrojo y se tomo un tiempo para elegir a una.
La elegida fue “Rubí” una  flaquita de  veintiséis años, blanquísima de piel y pelo rubio, claro  que rubio con su plata  y vestía diferente a todas, era más atrevida llevaba puesto un traje de lentejuelas  tipo  bataclana, noto sus senos enormes y los pezones marrones y duros  querían escapar del traje. Ernesto no pudo evitar tener una erección, disimuladamente metió su mano al bolsillo del  pantalón y en vano trato de disimular su excitación, Rubí sonrió cómplice y lo tomo de la mano y casi como si  estuviera encantado se dejo llevar sin oponer resistencia  hasta un ambiente privado.
Una vez allí dentro la tenue luz azul iluminaba un pequeño ambiente, una mesita y un viejo sillón de cuero negro  era todo, de inmediato un  mozo entro de improviso y  lapicero en mano estaba listo y presto a anotar lo que el caballero iba a pedir.
_ ¿Qué va a pedir el caballero?
_Ernesto se quedo mudo y Rubí ni corta ni perezosa aprovecho y pidió una  jarra de sangría.
_ Son  treinta y cinco soles la chica y cincuenta la grande.
_Pide la grande amor. Dijo Rubí coqueta, agarrándose las tetas.
Ernesto hizo cálculos matemáticos en un segundo y pidió la chica. Rubí le hizo una mueca  mostrando su disgusto.
_ ¿Y me vas  a dar mi propina, no papi?
_ Ernesto se hizo al sordo y se sentó en el viejo sillón de cuero.
Rubí, se sentó a su lado y empezó a besarle la oreja,  Ernesto al principio sentía cosquillas, ella le lamia la cara, y el no tuvo mejor idea que acariciarle las nalgas, ella rosaba  sus enormes tetas  en el rostro de Ernesto, y cuando ella estaba sentada en los muslos de él, un negro entra al lugar y pone la jarra de sangría encima de la mesa con dos vasos. La pareja se compuso, y Ernesto dio las gracias.
_Son treinta y cinco soles señor
Ernesto sacó un billete de cincuenta de la billetera y se lo entregó al negro.
Este, dijo no tener el cambio y que enseguida se lo traería.
Rubí aprovechó para tomarlo por la cintura y tumbarlo nuevamente en el sillón mientras el negro desaparecía del privado, llevándose los cincuenta soles.
Rubí empezó a besarlo, a decirle cosas subidas de tono y Ernesto estaba excitadísimo, Rubí frotaba la bragueta de Ernesto, palpando el duro sexo de este.
_ ¿Te gusta así, papi?
_ Si, sigue. Dijo Ernesto. Jadeante.
_Ahhh, pero antes dame mi propina amor, dijo la mujer, condicionando sus actos al dinero que Ernesto podía o debía darle.
Ernesto, sacó de la billetera un billete de diez y se lo entregó a la mujer.
_ ¿Tan poco valgo amor?
_ Vamos poco a poco cariño, dijo Ernesto.
_Ah,  no. Si quieres que te haga cositas ricas debes darme más propina amor.
_Mira sigue haciendo lo que sabes y ya después hablamos.
_ ¡Ah! No, así no es amor. Tienes que darme la propina primero, sino no hay nada.
_Bueno, hazme un show privado entonces y dime cuanto me costará. Hablemos claro si y no me vengas con huevadas.
_Ayyy amor, ¿Estas molesto?
_ ¡No! , pero me jode que me vengas  con vainas, ya dime cuanto es y listo.
_ Ya cariño. No te pongas así, para ti que me empiezas a caer muy bien, son cincuenta nada más.
_Está bien, empieza.
_ ¿Y los cincuenta amor?
_Ya, ya, acá están y le entrego el ultimo billete que tenia.
La  voluptuosa rubia con su plata, cogió de un zarpazo  el billete y se lo guardo en el zapato, acto seguido se puso al centro del pequeño ambiente y empezó a bailar sensualmente como si fuera una serpiente en celo, los parlantes hacían escuchar la voz carraspeada de Michael Bolton cantando .Mientras la mujer  meneaba  las caderas  frenéticamente  al ritmo de la balada, poco a poco se iba despojando de sus escasas prendas hasta quedar  como vino al mundo. Ernesto se levanto del sillón y la cogió por detrás entrelazándola con sus brazos, ella sutilmente al compas de la música retiro las manos de Ernesto y  con un movimiento brusco y preciso lo tumbo  en el sillón.
Luego, ella corrió y se abalanzó encima del. A Ernesto le faltaban manos para palpar ese cuerpo, hubiera deseado en ese momento ser un pulpo o un calamar para hacer uso de todos sus tentáculos, pero no lo era. Rubí se agacho hasta su oído y le susurro:
_ ¿Quieres mas amor?....AHHH… ¿Te gusta así papi?
Ernesto quiso hablar pero no pudo las enormes tetas de la fémina  le daban en la cara y le impedía hablar.
_ ¿Pero me darás mas propina amor?
Ernesto, estaba arrecho y quería terminar, pero ya no tenía más billetes, Rubí, insistía a su manera, ella lo besaba, palpaba por encima del pantalón el pene erecto de su víctima.
Ernesto  para evitar que la mujer lo siga sangrando y ponerle paños fríos al asunto. Invitó a Rubí a beber la sangría, ella cortésmente accedió y bebieron  el adulterado licor que no sabía a nada, parecía un té con unas cuantas gotas de limón y pisco, era una porquería el trago. A Ernesto poco a poco se le fueron quitando las ganas de tirarse a esa hembra, saco cuentas y se recordó que el negro que trajo la jarra no había regresado con el vuelto. Rubí  seguía haciendo su trabajo, quería sacarle más dinero y le insistía.
_ ¿Amor, quieres que te lo haga?
Le dijo mientras mañosamente se chupaba el dedo índice, Ernesto ya no estaba para esos juegos, pensó como deshacerse de la  mujer.
_Mira, cariño. Tú sabes dónde puedo encontrar un cajero por aquí cerca.
_Saliendo, a la altura del jirón de la unión están los cajeros amor.
_Bueno, que tal si mientras voy a sacar algo de dinero te vas tomando unos vasitos como esperándome.
_ Está bien amor, pero no te demores, ¿sino yo me voy con otro ah?, tu sabes que hay muchos patas esperándome, pero como tú me caes muy bien te voy a esperar. Pero saca mucha plata amor no sabes lo que te voy a hacer.
Ernesto, lentamente abandonó el ambiente y se fue a la sala a buscar al negro  que le debía el vuelto, dio dos vueltas y nunca lo vio, preguntó a un flaquito que estaba en la barra y este le dijo que no había ningún mozo negro que repartía las jarras.
_Me debe mi vuelto.
_ Ya, ya… ese cuento me lo sé, seguro te quedaste misio y no tienes para tu pasaje y bienes a decirme que se te debe tu vuelto. No seas pendejo y si no tienes plata mejor ándate a tu casa.
_ ¡ya perdí!.... váyanse a la mierda.
Y salió a la calle, el aire frio le dio en la cara y lo hizo reaccionar, caminó algo atontado hasta el jirón de la unión, eran la una de la mañana y el ambiente sombrío de la plaza se convertía  en el hábitat perfecto de pirañas y borrachos, de putas viejas y fletes, escasos transeúntes caminaban apurados para abandonar dicho lugar, no fue a ningún cajero por qué no tenia plata. Rebuscó   la billetera con desesperación y respiró aliviado al encontrar un billete de veinte nuevos soles. Billete que lo llevaría sano y salvo hasta su casa.







viernes, 5 de abril de 2013

LA BOUTIQUE











La  boutique estaba vacía  a esa hora de la mañana, el calor abrazador del verano limeño no se sentía dentro de la boutique miraflorina por el aire acondicionado de esta, escasos tres compradores recorríamos el amplio local, una dama cuarentona de buena presencia, un señor  de unos treinta y tantos años y yo que buscaba  afanosamente una camisa a cuadros. Al otro lado del mostrador  la mujer que atiende, una  pituquita blanquiñosa y sofisticada  habla acaloradamente por teléfono  al parecer con un proveedor, ella mira de reojo nuestros movimientos, el hombre se dirige  hacia donde están los colgadores  atestadas  de blusas para damas, al parecer buscaba un regalo para   su esposa. El hombre coge un colgador con una hermosa blusa de color azul, con tal mala suerte que el resto de ropa allí colgada se cae al piso, el hombre nervioso trata de rectificarse  y se agacha para recoger  los colgadores que estaban en el piso. Cuando se escuchan los escandalosos gritos de la mujer que hablaba por teléfono.
_  ¡Oiga! tenga más cuidado con lo que está haciendo.
_Disculpe, dice el hombre desde el suelo sin saber si seguir o dejarlo todo allí. Mientras la eufórica mujer cuelga el teléfono  violentamente y corre hasta donde está el hombre agachado y le grita:
_ Ten un poco más de cuidado, no te das cuenta que la ropa acá es nueva y fina  y sino la vas a comprar mejor anda vete a Gamarra a buscar cosas para ti, serrano.
_ ¿Qué?
La mujer se le abalanza y se un tirón le arrancha la ropa de sus manos y lo empuja lejos.
El hombre trastabilla y se pone rojo de la vergüenza, la otra dama que estaba en la tienda  disimuladamente deja la ropa que  tenía en sus manos y se retira sin decir una palabra. Yo me hago el desentendido y sigo buscando la bendita camisa a cuadros. La mujer le increpa.
_Muévete que estas arrugando todo
_Ya le dije que disculpe, fue un accidente.
_Seguro que te has querido robar una prenda, porque ni plata tendrás para comprar algo de aquí. Así que ándate y deja de manosear las prendas.
_ Creo que debería tratarme mejor señora, no me falte el respeto. Ya le pedí disculpas no fue mi intención  tirar la ropa.
_ Ya, ya, retírate nomás.
_Creo que  merezco una disculpa de su parte señora, no sé por qué actúa así de esa manera.
_¡Que te has creído!  , serrano de mierda tú no  vas a venir a decirme lo que tengo que hacer. Ya te dije que te largues de mi tienda serrano apestoso. ¡Fuera!.
 Y señalaba con una mano la puerta.
_Señora cálmese por favor intervine.
_Tu, también lárgate, no sé que hacen aquí este par  de serranos cochinos. ¡Váyanse! o llamo a la policía.
El hombre se da valor para enfrentar verbalmente a la menopáusica mujer que estaba con los nervios alterados.
_Señora, merecemos respeto no nos trate de esa manera por favor.
_ ¡Cállate! Ya te dije que te largues.
_ ¿Me está hablando  a mí?, señora usted ¿me está hablando así a mí?
_Si, a ti te hablo o te vas ahorita o llamo a la policía.
¡Imbécil!
 Grita la mujer roja de la cólera.
El hombre toma aire y se envalentona  siente que ya ha sido suficiente el maltrato que le ha hecho la iracunda mujer  y en un ágil movimiento se lleva la mano hacia la parte trasera de la correa y extrae una  pistola. Y apunta a la cabeza de la asustada mujer.
Ahora si vieja de mierda, te voy a enseñar a tratar bien a la gente. Que te has creído tu maldita, que por tener dinero vas a venir a insultarme, a mí nadie me trata mal sabes, soy un ciudadano hecho  y derecho  y por gente como tu es que estamos jodidos.
Los ojos de la mujer parecen salirse de las cuencas  y empieza a sudar de miedo. Intenta hablar pero el hombre  se le adelanta.
_Si hablas, te reviento los sesos.
El hombre se le acerca y la toma del cuello, la mujer tiembla de nervios y de pánico, quiere llorar pero no puede.
_ Ahora habla pues, dime todo lo que me dijiste antes.
La mujer me mira como pidiéndome ayuda, yo no sé qué hacer y me quedo quieto y callado con la camisa a cuadros en la mano.
El hombre acerca el cañón de la pistola hacia la boca de la mujer.
_ ¡Ábrela!
La mujer  cierra los labios con fuerza y hace una mueca que le afea el rostro.
El hombre la sujeta con fuerza y la obliga, ella abre la boca y él le  introduce levemente  el pedazo de metal .El silencio me hace escuchar los chasquidos de los  dientes de la mujer que hacen al chocar con el metal.
_ A ver si así te quedas callada y no insultas a la gente por sus rasgos físicos  pendeja de mierda.Luego le  saca el arma  de su boca y se la coloca a la altura de la sien. La mujer llora quiere gritar pero no puede, me sigue mirando y yo quieto sosteniendo la camisa a cuadros.
El hombre la jala contra él y retroceden unos pasos y le habla a la mujer:
Es una línea muy delgada la que separa  a un ser humano  de un criminal  ¿Lo sabías?
La mujer quiere mover la cabeza pero él esta apretando con fuerza y la sofoca.
_ ¿Sabes cuál es la diferencia entre un asesino y yo?
La mujer esta quieta y callada y sus ojos derraman delgadas lágrimas.
_ Yo lo estoy pensando, él ya te hubiera matado. Esa es la diferencia.
Ningún otro cliente entra a la tienda ni siquiera se asoman a las vitrinas, afuera el sol está quemando quizá por eso no hay mucha gente.
_ Quería comprar una blusa azul para mi esposa, porque estoy harto de que solo use  color negro, fui al banco a retirar dinero y tengo en mi cartera  mi tarjeta de crédito, quise ser amable y caballero, pero tú me hiciste enojar y ahora soy un animal. Entiendes.
La mujer trata de zafarse usando sus dos manos pero él  la esta apretando fuerte  del  cuello con su brazo izquierdo mientras con el derecho le está apuntando en la cabeza.
_ ¡Anda! , escoge lo que te estoy pidiendo y envuélvelo para llevármelo. Elige uno de tu talla.
Y la empujó  para  adelante, la mujer trastabilla y se fue hasta el lugar indicado, escogió una elegante blusa de color azul, y la puso en una bolsa de regalo de papel. Colocó la bolsa  sobre el mostrador. Y  se acercó de nuevo ante él que le seguía apuntando.
_ Ahí la tienes. Tranquilo no me hagas daño. Suplicaba temblorosa.
_ ¿No me la vas a  cobrar supongo no?
_ Después de todo lo que ha pasado, además como soy un pobre serrano de mierda no creo que tenga el dinero para pagarte. Ahora ven para acá y arrodíllate.
En ese momento, dejé la camisa colgada  en su sitio  y quise abandonar el lugar, el hombre giró para verme y fue suficiente para quedarme estático y mirar lo que seguía.
La mujer por instinto se había arrodillado delante del hombre y juntaba las manos  suplicando por su vida. El hombre dio un paso y se tocó los genitales, observa  la pistola y le pregunta:
_ ¿Cual prefieres?
La mujer agacha la cabeza y llora desconsoladamente.
_Ahora lloras  puta ¿No que eras tan valiente?, no que era un serrano, un pobreton, no que ibas a llamar a la policía, ¿Te acuerdas? Ah otra cosa te digo los clientes siempre tenemos la razón  ¿lo sabes no?, bueno ahora échate boca abajo.
La mujer obedece sin chistar, mantiene la boca totalmente cerrada muy distinto que al principio donde no dejaba hablar a nadie.
El hombre camina lentamente hasta el mostrador coge la bolsa,  da una última mirada a la mujer
_Para que aprendas a  tratar a la gente. Le dice.
Pasa por mi lado sin mirarme guarda el arma en su espalda debajo de la camisa y sale de la tienda, la mujer sigue  llorando con las manos cubriéndose el rostro.
La miro y me da lástima verla, toda su soberbia del principio había desaparecido ahora era un ser mas, uno común y corriente como todos nosotros. No quise comprar la camisa en ese lugar y en ese momento, caminé despacio hasta la puerta y me alejé. El hombre había desaparecido sin dejar rastro de su presencia. A los pocos días cerraron la tienda.














viernes, 29 de marzo de 2013

EL HIJO DE LA LUNA



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La cabeza la sentía pesada, un fuerte dolor  lo hacía gritar  de rato en rato, se sintió mareado y tambaleándose  buscó la silla más próxima y se sentó algo aturdido, agarrándose  la cabeza con las dos manos , apretando desesperadamente su cráneo contra las palmas de sus manos como si haciendo eso amortiguaría en algo el dolor que se acrecentaba. La crisis fue cediendo lentamente  y al cabo de unos minutos las molestias habían desaparecido.
Una vez tranquilizado , la expresión de su rostro cambió, se le vio más relajado, sonreía sarcásticamente  al menor movimiento de las personas que miraba detenidamente como si se tratase de una función de marionetas, era en ese momento otra persona, disimuladamente metió su mano derecha al bolsillo de la casaca y palpó el frasco de pastillas que siempre llevaba consigo, su psiquiatra en la última cita le había dicho que no dejara de tomarlas y si lo hacia corría grave peligro de  recaer en su enfermedad y sería mucho más difícil revertir las consecuencias. Pero no le hizo caso, jamás tomó las pastillas pero siempre las llevaba consigo, cuando estaba  solo le gustaba sentarse en el banco del parque  y sacaba el pequeño frasco y con su mano lo agitaba produciendo un ruido de sonaja, el ruido lo hacia sonreír lo tranquilizaba, lo relajaba.
Paso toda la tarde sentado en la banca del parque, de rato en rato pronunciaba algunas palabras, produciéndose un dialogo con el mismo, sabia en el fondo que estaba solo y que no había nadie a su lado  pero le daba igual él hablaba  a solas  era su pasatiempo favorito  y en algunas ocasiones reía a carcajadas como si otra persona le hubiera dicho algo gracioso, la gente  que caminaba cerca de él volteaba a mirarlo y sacaban una conclusión la única que se puede conjeturar al ver a una persona en ese estado, “Esta loco” decían algunos,”Pobrecito”  murmuraban otros, y los más  reacios a los problemas de otras personas pasaban de largo haciendo caso omiso a los gritos de ayuda que profería   Jhony.
Una de esas tardes, cuando se disponía a regresar a casa vio a una paloma que cayó de la rama de un árbol, se acercó con cautela y la tomó entre sus  manos y vio los ojos minúsculos y redondos del ave , y lejos de todo acto sano, cogió el cuello del tierno animal y con una fuerza descomunal arrancó de un tirón la cabecita  de la paloma, los borbotones de sangre bañaban su temblorosa mano, el reía sarcásticamente y  lanzó al aire el cuerpo mutilado de la paloma  creyendo que el pobre animal volaría sin cabeza, el cuerpo del ave cayó pesadamente al suelo y luego de dar unos  débiles movimientos de alas quedo inerte , embarrado de sangre en el piso.
La esquizofrenia lo estaba volviendo un ser malvado, a lo mejor él no se daba cuenta y los demonios  que habitaban su mente  le ordenaban  hacer  cosas atroces. Una vez  se dirigió hasta el puente del ejército se sentó en la baranda y con la mirada fija en la fuerte corriente de agua sucia y espumosa  hacía el ademán de lanzarse mientras con  una mano  agitaba el frasquito de pastillas como tratando de acompasar el estruendoso ruido de las aguas con el sonoro  ruido sonajero de su frasco de pastillas.
La gente lejos de prestarle atención, pasaba de largo ignorando lo que pudiera pasar.
Esa vez no fue necesario hacer nada, por sus propios medios se bajo de la baranda  y caminó sin rumbo por la ciudad, sin hambre, sin  calor, sin  presagiar lo que iría a pasar luego.
En la tarde llegó a su casa un humilde callejón en Breña, abrió la puerta y se sentó en la sala por un momento como recapacitando, su apariencia no hacía sospechar nada, estaba muy bien aseado y vestía un elegante terno color café, la camisa blanquísima y la corbata marrón con adornos cremas, el calzado  brillante y reluciente. Abrió  el maletín y  sacó de entre los papeles un enorme cuchillo, se puso de pie y se encaminó hasta la habitación de su madre, una mujer anciana impedida hace muchos años de hacer las cosas por si misma debido a un accidente que le fracturó la cadera dejándola invalida para siempre. Su madre era una mujer de carácter fuerte, quedó viuda cuando Jhony era un niño, y desde ese entonces ella influyó mucho en él, al punto de quebrar esa delicada línea que existe entre madre e hijo, ella lo hizo de su propiedad, lo trataba no como a un hijo sino como a un objeto de la cual ella era dueña y podía hacer con él lo que quisiera y poco a poco fue moldeando en Jhony una personalidad  sumisa sin autoestima al hecho de hacer todo lo que su madre  no le decía a buenas maneras sino que le ordenaba  a manera castrense.
Jhony, caminaba  despacio haciendo tronar el taco de su zapato cuando chocaba con el piso de parquet bien encerado, sigilosamente abrió la puerta del dormitorio de su madre, y caminó blandiendo el cuchillo ante la mirada atónita de  esta, se colocó al costado de ella y mientras doña Carmen trataba vanamente de persuadir a su hijo con las más absurdas súplicas, éste se mantenía callado y sereno haciendo oídos sordos a los ruegos de su madre, poco a poco  su semblante fue cambiando y  comenzó a tener ligeras convulsiones, la madre lloraba implorando piedad y perdón, Jhony solo pronunció una palabra.
¡Cállate!
 Acto seguido tomó de los cabellos a su madre y pasó la delgada hoja de acero afilada  por la arrugada y frágil  garganta de la anciana, la yugular había sido cercenada  y los borbotones de sangre inundaban la cama. Jhony  quedo temblando y observando los ojos bien abiertos de su madre. No soportó  esa mirada y la  cubrió  con una colcha.
Luego, como si  sus oídos escucharan  las  órdenes de una tercera persona, Jhony se dirigió a la cocina cogió medio galón de kerosene y una cajita de fósforos, regresó a la sala portando la galonera y el fósforos, se sentó en el sillón y encendió   el equipo de sonido colocó un CD de Montserrat  Caballé la diva de la ópera  y mientras oía “El hijo de la Luna”  a todo volumen  levantó la galonera y se baño la cabeza con el combustible , metió la mano en el bolsillo del saco y extrajo el frasco de pastillas, pero esta vez no lo hizo sonar como una sonaja sino que lo lanzó con furia contra la pared. Una vez bañado en combustible  hizo un sonido similar a un sonajero con la cajita de fósforos, y luego de sonreír  con sarcasmo encendió un cerillo y se prendió fuego a lo bonzo, sus gritos aterradores alertaron a los vecinos, quienes impresionados vieron como una silueta humana envuelta en llamas  corría de un lado a otro emitiendo desgarradores alaridos y moviendo los brazos incansablemente, hasta llegar  a la ventana abrazó las cortinas y fue suficiente para que toda la casa ardiera. Los bomberos al cabo de varias horas lograron apagar el fuego y entre  los escombros humeantes  los peritos encontraron   los restos chamuscados de tres personas.



sábado, 16 de marzo de 2013

El “LADRILLO”




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Juan Arturo, cursaba el quinto de secundaria en el único  colegio de su ciudad, era un adolescente extrovertido, juguetón  el más jodido del quinto “H”, era delgado, trigueñito, estudioso no tanto pero daba  pelea a los más chancones que no eran muchos. Su padre propietario de un prospero grifo  que estaba ubicado estratégicamente  a la entrada de la ciudad, lo hacía un muchacho pudiente y con licencia para hacer lo que le venga en gana a veces.
Una vez aprovechó las  vacaciones de medio año para realizar un viaje a Huánuco en el camión cisterna de su padre, acompañaría a un tío para entregar  el combustible en una sucursal que tenían en la ciudad huanuqueña. Al parecer entró como jugando a conocer el ilícito negocio de la familia. La entrega no era precisamente de galones de gasolina sino de kilos de coca. Lo del grifo era una pantalla para justificar  los signos exteriores de riqueza con que gozaba la familia.
Juan Arturo aprovechó este viaje y logró apoderarse sin que nadie se diera cuenta de un paquete “ladrillo” de coca pura, lo camufló muy bien dentro de sus pertenecías y de regreso pasó desapercibido por los controles policiales de las carreteras. Parecía que todo estaba arreglado con la corrupta policía. Llegó a su localidad y guardó el paquete por unos días en  el jardín de su casa, luego para no ser descubierto por su progenitor no dudo en entregar  el “ladrillo” envuelto en una bolsa negra a su compañero de clases al  “Chito”  Rojas su pata  de palomilladas. El “Chito” guardó por un tiempo la bolsa a sabiendas de  su contenido, sabía de la ilegal merca que estaba ahora en sus manos.
Los días fueron pasando y el paquete era celosamente guardado en  un rincón de la casa del “Chito”. El  fue de la idea de deshacerse de la merca no tirándola  a la basura o al rio, sino vendiéndola  y así  avizorarse de algunos billetes para palear las necesidades  de un adolescente ávido de nuevas aventuras. Así los dos chiquillos se convirtieron en socios. De a poco  y con temor al principio fueron haciendo querer la droga primero a los más bellacos del salón, uno de los clientes fijos sería el “mudo” Torres, luego el “mono” García  y así fue creciendo la clientela entre los alumnos del colegio.
Luego el negocio traspasaría los límites del colegio, poco a poco fueron ganando fama y clientes, el enorme “ladrillo” parecía no mermarse, después  fue la calle  y hasta que los drogos en su angustia llegaban a tocar la puerta de la casa del “chito” para comprar el alcaloide bajo cualquier pretexto, el  pueblo era pequeño pero quedaron sorprendidos al saber que los drogos eran cada vez más, ¿De donde salían tantos? Se preguntaban los socios sin tener la respuesta.
Algunos personajes mayores de la ciudad también contactaban con el “chito”, a veces entregaban la coca a domicilio previa propina extra del comprador. Hasta  personajes foráneos tocaban la puerta de la casa del “chito” para comprar  su vicio. Es el caso de un “brujo” que se jactaba de curar enfermedades desconocidas , el daño, la brujería las decepciones amorosas y no pudo curar su adicción, el maestro  Ángelo venido de la capital a estafar  a la gente con sus  hechizos   no pudo evadir el embrujo de la droga y tocaba la puerta del “ chito” todos los días.
Los  traviesos socios no midieron las consecuencias de  sus actos. Hasta que  del enorme” ladrillo” solo quedaba una pequeña masa del tamaño de un guijarro  que en menos de una semana desapareció. Los drogos llegaban en mancha a la casa del “chito”, éste no sabía qué hacer para despedir a los angustiados drogos, Juan Arturo  planteó no seguir en las andanzas  y el “chito” era el que pagaba los platos rotos pues su domicilio era el centro de acopio de los drogos.
Una tarde llegó el brujo en tragos a buscar un poco de coca , el “chito” se hizo negar y esto fue suficiente para que el maestro Ángelo  arremetiera a patadones  contra la débil puerta de la casa del “chito”, en eso salimos todos los vecinos del barrio a reclamar la actitud de foráneo personaje, el aducía que había sido estafado  por el “chito” que en vez de coca le habían dado  otra sustancia que le había hecho daño, los vecinos creyeron que el brujo estaba inventando cosas con tal de sacarle dinero a la familia del “chito” y en un intercambio de palabras y manotazos  expectoraron del barrio al brujo que se fue jurando tomar venganza. Desde esa vez  los amigos prometieron no hacer mas travesuras y gracias a que no había pruebas con que incriminarlos y por ser menores de edad  y como además nadie hizo una denuncia formal todo paso a ser un malentendido que  libro a estos granujas de una pena mayor.