viernes, 29 de marzo de 2013

EL HIJO DE LA LUNA



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La cabeza la sentía pesada, un fuerte dolor  lo hacía gritar  de rato en rato, se sintió mareado y tambaleándose  buscó la silla más próxima y se sentó algo aturdido, agarrándose  la cabeza con las dos manos , apretando desesperadamente su cráneo contra las palmas de sus manos como si haciendo eso amortiguaría en algo el dolor que se acrecentaba. La crisis fue cediendo lentamente  y al cabo de unos minutos las molestias habían desaparecido.
Una vez tranquilizado , la expresión de su rostro cambió, se le vio más relajado, sonreía sarcásticamente  al menor movimiento de las personas que miraba detenidamente como si se tratase de una función de marionetas, era en ese momento otra persona, disimuladamente metió su mano derecha al bolsillo de la casaca y palpó el frasco de pastillas que siempre llevaba consigo, su psiquiatra en la última cita le había dicho que no dejara de tomarlas y si lo hacia corría grave peligro de  recaer en su enfermedad y sería mucho más difícil revertir las consecuencias. Pero no le hizo caso, jamás tomó las pastillas pero siempre las llevaba consigo, cuando estaba  solo le gustaba sentarse en el banco del parque  y sacaba el pequeño frasco y con su mano lo agitaba produciendo un ruido de sonaja, el ruido lo hacia sonreír lo tranquilizaba, lo relajaba.
Paso toda la tarde sentado en la banca del parque, de rato en rato pronunciaba algunas palabras, produciéndose un dialogo con el mismo, sabia en el fondo que estaba solo y que no había nadie a su lado  pero le daba igual él hablaba  a solas  era su pasatiempo favorito  y en algunas ocasiones reía a carcajadas como si otra persona le hubiera dicho algo gracioso, la gente  que caminaba cerca de él volteaba a mirarlo y sacaban una conclusión la única que se puede conjeturar al ver a una persona en ese estado, “Esta loco” decían algunos,”Pobrecito”  murmuraban otros, y los más  reacios a los problemas de otras personas pasaban de largo haciendo caso omiso a los gritos de ayuda que profería   Jhony.
Una de esas tardes, cuando se disponía a regresar a casa vio a una paloma que cayó de la rama de un árbol, se acercó con cautela y la tomó entre sus  manos y vio los ojos minúsculos y redondos del ave , y lejos de todo acto sano, cogió el cuello del tierno animal y con una fuerza descomunal arrancó de un tirón la cabecita  de la paloma, los borbotones de sangre bañaban su temblorosa mano, el reía sarcásticamente y  lanzó al aire el cuerpo mutilado de la paloma  creyendo que el pobre animal volaría sin cabeza, el cuerpo del ave cayó pesadamente al suelo y luego de dar unos  débiles movimientos de alas quedo inerte , embarrado de sangre en el piso.
La esquizofrenia lo estaba volviendo un ser malvado, a lo mejor él no se daba cuenta y los demonios  que habitaban su mente  le ordenaban  hacer  cosas atroces. Una vez  se dirigió hasta el puente del ejército se sentó en la baranda y con la mirada fija en la fuerte corriente de agua sucia y espumosa  hacía el ademán de lanzarse mientras con  una mano  agitaba el frasquito de pastillas como tratando de acompasar el estruendoso ruido de las aguas con el sonoro  ruido sonajero de su frasco de pastillas.
La gente lejos de prestarle atención, pasaba de largo ignorando lo que pudiera pasar.
Esa vez no fue necesario hacer nada, por sus propios medios se bajo de la baranda  y caminó sin rumbo por la ciudad, sin hambre, sin  calor, sin  presagiar lo que iría a pasar luego.
En la tarde llegó a su casa un humilde callejón en Breña, abrió la puerta y se sentó en la sala por un momento como recapacitando, su apariencia no hacía sospechar nada, estaba muy bien aseado y vestía un elegante terno color café, la camisa blanquísima y la corbata marrón con adornos cremas, el calzado  brillante y reluciente. Abrió  el maletín y  sacó de entre los papeles un enorme cuchillo, se puso de pie y se encaminó hasta la habitación de su madre, una mujer anciana impedida hace muchos años de hacer las cosas por si misma debido a un accidente que le fracturó la cadera dejándola invalida para siempre. Su madre era una mujer de carácter fuerte, quedó viuda cuando Jhony era un niño, y desde ese entonces ella influyó mucho en él, al punto de quebrar esa delicada línea que existe entre madre e hijo, ella lo hizo de su propiedad, lo trataba no como a un hijo sino como a un objeto de la cual ella era dueña y podía hacer con él lo que quisiera y poco a poco fue moldeando en Jhony una personalidad  sumisa sin autoestima al hecho de hacer todo lo que su madre  no le decía a buenas maneras sino que le ordenaba  a manera castrense.
Jhony, caminaba  despacio haciendo tronar el taco de su zapato cuando chocaba con el piso de parquet bien encerado, sigilosamente abrió la puerta del dormitorio de su madre, y caminó blandiendo el cuchillo ante la mirada atónita de  esta, se colocó al costado de ella y mientras doña Carmen trataba vanamente de persuadir a su hijo con las más absurdas súplicas, éste se mantenía callado y sereno haciendo oídos sordos a los ruegos de su madre, poco a poco  su semblante fue cambiando y  comenzó a tener ligeras convulsiones, la madre lloraba implorando piedad y perdón, Jhony solo pronunció una palabra.
¡Cállate!
 Acto seguido tomó de los cabellos a su madre y pasó la delgada hoja de acero afilada  por la arrugada y frágil  garganta de la anciana, la yugular había sido cercenada  y los borbotones de sangre inundaban la cama. Jhony  quedo temblando y observando los ojos bien abiertos de su madre. No soportó  esa mirada y la  cubrió  con una colcha.
Luego, como si  sus oídos escucharan  las  órdenes de una tercera persona, Jhony se dirigió a la cocina cogió medio galón de kerosene y una cajita de fósforos, regresó a la sala portando la galonera y el fósforos, se sentó en el sillón y encendió   el equipo de sonido colocó un CD de Montserrat  Caballé la diva de la ópera  y mientras oía “El hijo de la Luna”  a todo volumen  levantó la galonera y se baño la cabeza con el combustible , metió la mano en el bolsillo del saco y extrajo el frasco de pastillas, pero esta vez no lo hizo sonar como una sonaja sino que lo lanzó con furia contra la pared. Una vez bañado en combustible  hizo un sonido similar a un sonajero con la cajita de fósforos, y luego de sonreír  con sarcasmo encendió un cerillo y se prendió fuego a lo bonzo, sus gritos aterradores alertaron a los vecinos, quienes impresionados vieron como una silueta humana envuelta en llamas  corría de un lado a otro emitiendo desgarradores alaridos y moviendo los brazos incansablemente, hasta llegar  a la ventana abrazó las cortinas y fue suficiente para que toda la casa ardiera. Los bomberos al cabo de varias horas lograron apagar el fuego y entre  los escombros humeantes  los peritos encontraron   los restos chamuscados de tres personas.



sábado, 16 de marzo de 2013

El “LADRILLO”




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Juan Arturo, cursaba el quinto de secundaria en el único  colegio de su ciudad, era un adolescente extrovertido, juguetón  el más jodido del quinto “H”, era delgado, trigueñito, estudioso no tanto pero daba  pelea a los más chancones que no eran muchos. Su padre propietario de un prospero grifo  que estaba ubicado estratégicamente  a la entrada de la ciudad, lo hacía un muchacho pudiente y con licencia para hacer lo que le venga en gana a veces.
Una vez aprovechó las  vacaciones de medio año para realizar un viaje a Huánuco en el camión cisterna de su padre, acompañaría a un tío para entregar  el combustible en una sucursal que tenían en la ciudad huanuqueña. Al parecer entró como jugando a conocer el ilícito negocio de la familia. La entrega no era precisamente de galones de gasolina sino de kilos de coca. Lo del grifo era una pantalla para justificar  los signos exteriores de riqueza con que gozaba la familia.
Juan Arturo aprovechó este viaje y logró apoderarse sin que nadie se diera cuenta de un paquete “ladrillo” de coca pura, lo camufló muy bien dentro de sus pertenecías y de regreso pasó desapercibido por los controles policiales de las carreteras. Parecía que todo estaba arreglado con la corrupta policía. Llegó a su localidad y guardó el paquete por unos días en  el jardín de su casa, luego para no ser descubierto por su progenitor no dudo en entregar  el “ladrillo” envuelto en una bolsa negra a su compañero de clases al  “Chito”  Rojas su pata  de palomilladas. El “Chito” guardó por un tiempo la bolsa a sabiendas de  su contenido, sabía de la ilegal merca que estaba ahora en sus manos.
Los días fueron pasando y el paquete era celosamente guardado en  un rincón de la casa del “Chito”. El  fue de la idea de deshacerse de la merca no tirándola  a la basura o al rio, sino vendiéndola  y así  avizorarse de algunos billetes para palear las necesidades  de un adolescente ávido de nuevas aventuras. Así los dos chiquillos se convirtieron en socios. De a poco  y con temor al principio fueron haciendo querer la droga primero a los más bellacos del salón, uno de los clientes fijos sería el “mudo” Torres, luego el “mono” García  y así fue creciendo la clientela entre los alumnos del colegio.
Luego el negocio traspasaría los límites del colegio, poco a poco fueron ganando fama y clientes, el enorme “ladrillo” parecía no mermarse, después  fue la calle  y hasta que los drogos en su angustia llegaban a tocar la puerta de la casa del “chito” para comprar el alcaloide bajo cualquier pretexto, el  pueblo era pequeño pero quedaron sorprendidos al saber que los drogos eran cada vez más, ¿De donde salían tantos? Se preguntaban los socios sin tener la respuesta.
Algunos personajes mayores de la ciudad también contactaban con el “chito”, a veces entregaban la coca a domicilio previa propina extra del comprador. Hasta  personajes foráneos tocaban la puerta de la casa del “chito” para comprar  su vicio. Es el caso de un “brujo” que se jactaba de curar enfermedades desconocidas , el daño, la brujería las decepciones amorosas y no pudo curar su adicción, el maestro  Ángelo venido de la capital a estafar  a la gente con sus  hechizos   no pudo evadir el embrujo de la droga y tocaba la puerta del “ chito” todos los días.
Los  traviesos socios no midieron las consecuencias de  sus actos. Hasta que  del enorme” ladrillo” solo quedaba una pequeña masa del tamaño de un guijarro  que en menos de una semana desapareció. Los drogos llegaban en mancha a la casa del “chito”, éste no sabía qué hacer para despedir a los angustiados drogos, Juan Arturo  planteó no seguir en las andanzas  y el “chito” era el que pagaba los platos rotos pues su domicilio era el centro de acopio de los drogos.
Una tarde llegó el brujo en tragos a buscar un poco de coca , el “chito” se hizo negar y esto fue suficiente para que el maestro Ángelo  arremetiera a patadones  contra la débil puerta de la casa del “chito”, en eso salimos todos los vecinos del barrio a reclamar la actitud de foráneo personaje, el aducía que había sido estafado  por el “chito” que en vez de coca le habían dado  otra sustancia que le había hecho daño, los vecinos creyeron que el brujo estaba inventando cosas con tal de sacarle dinero a la familia del “chito” y en un intercambio de palabras y manotazos  expectoraron del barrio al brujo que se fue jurando tomar venganza. Desde esa vez  los amigos prometieron no hacer mas travesuras y gracias a que no había pruebas con que incriminarlos y por ser menores de edad  y como además nadie hizo una denuncia formal todo paso a ser un malentendido que  libro a estos granujas de una pena mayor.

viernes, 15 de marzo de 2013

MIRIAM






Foto tomada en marzo de 1996. © Domingo Martínez Castilla




Visitaba el cementerio de Jauja, aprovechando mi viaje, la paz y quietud del camino hasta llegar al camposanto invitaba a pensamientos y recuerdos  de la época pasada de mi niñez y adolescencia, los recuerdos se posaron en mi mente como ráfagas de viento fresco, recordé  los tristes momentos en que me toco despedir a mis abuelas, de hecho les llevaba  las flores y las volvería a  “ver” después de algunos años.
Recordé algunos entierros bulliciosos  con  orquestas y banda de músicos que a pesar de eso no dejaban de ser tristes ,recordé otros sepelios  más solemnes, y en épocas de todos los santos y en el día de difuntos recordé los tristes y melancólicos responsos que los familiares de los muertos  mandaban  hacer frente a los nichos ,  que sin querer queriendo te hacían derramar  algunas  finísimas y tristes lágrimas.
Luego de colocar las flores a las abuelas me senté por un momento  en la hierba bajo el radiante sol y cielo azul  jaujino adornado de escasas  y  blanquísimas nubes, contemplé  el inmenso  camposanto  que poco a poco se estaba poblando, contemplé  el largo y céntrico  pasillo  flanqueado por verdes cipreses, me acerqué hasta una de las piletas y mojé mi cabello con esa agua  fría, agua fría de Jauja.
Caminé  errante bajo las miradas extrañas de algunos presentes, caminé por entre los pabellones  mirando los nichos  y mausoleos  de los que yacían allí para siempre, nichos de toda clase y  de gustos singulares, mausoleos pétreos y marmóleos, grandes y chicos, viejos y nuevos, cuidados unos y abandonados otros, me parecía estar en un museo  contemplando  obras de arte. Aunque algunos lo son en realidad.
Contemplar los nombres y las fechas  en un cementerio siempre cautivo mi atención y mi curiosidad  y aquí  en Jauja  tenía todo el tiempo del mundo para seguir observando una y otra vez  a mi regalada gana lo que  tenia frente a mis ojos.
Fue así que en ese  paseo  me topé con los nombres  de algunos conocidos, y me hice una pregunta :  ¿Serán ellos?, me detuve a verificar los nombres y las fechas todo coincidía “son  ellos”, la muerte había  venido para llevárselos a muy temprana edad, la muerte implacable llegó  a Jauja  y se llevó  a mis amigos de escuela, a mis amigos de colegio, a mis vecinos, tan jóvenes y ya no están, se  fueron  para siempre.
Seguí recorriendo los silenciosos  pasadizos floridos  y para mi sorpresa tropecé con tu nombre.
¡No lo podía creer!
Eras tú Miriam, si tú, que un día me pediste ser tú pareja de promoción, que luego de eso nos llegamos a conocer mejor, y fuimos buenos amigos, aunque me hubiera gustado ser algo más. Recordé a tus hermanas y  recordé la última conversación que tuvimos  habías llegado de Lima y me contaste tus sueños y tus proyectos, y nos aconsejamos mutuamente y te dije que también pronto me iría  a Lima, y sonreíste.
Recordé  las fiestas de carnavales aunque bailé con tu hermana a pedido tuyo, pero  me hubiera gustado bailar contigo, pero bueno así es la vida, recordé  la foto que nos tomamos ese día de la fiesta  de tu promoción, y contemplé  en ella tu sonrisa dulce y serena, te recordé a ti que ahora ya no estás.
Recordé que un día  pensaba encontrarte  en Lima, en Jauja, o en algún otro  lugar pero nunca  pensé encontrarte aquí.
Descansa en paz amiga, de vez en cuando vendré a “verte”.


Enero, del 2010.

sábado, 9 de marzo de 2013

CHARLES



                                               foto: internet (francesccornado.blogspot.com)


La cantina se iba poblando poco a poco de sedientas gargantas que ni bien posesionados de una pequeña mesa y unas sillas  a voz en cuello gritaban para hacer  su pedido de cervezas, en una de esas mesas estábamos nosotros  observando y escuchando todo. En  otra  mesa no muy lejos de  nosotros estaba Charles con su grupo de amigos. Charles no era nuestro amigo por ser mayor que nosotros  pero si era conocido en todo Jauja. Trabajaba en una tienda de abarrotes repartiendo mercadería, todos lo conocíamos de vista  pero no hablábamos con él.
Con el transcurrir de las horas y  con las cervezas haciendo efecto ya éramos amigos de todos, las bromas no se hacían esperar  y de lejos casi gritando jodíamos a los de las otras mesas, a veces todo no era más que una chacota pero otras veces se convertían en descomunales broncas.
Pero, vayamos con Charles, era un tipo carismático no sé si era oriundo de Jauja o por algún otro motivo estaba en las calles jaujinas y así como apareció también desapareció al igual que nosotros que ya no estamos en Jauja.Era un tipo alto, flaco de ojos redondos y cabello ensortijado medio azambado, algo criollon.Sentado en la mesa de al lado y con algunos tragos encima hacia alarde de su mascota, afirmaba tener una mascota pero no era una mascota común como un perro o un gato , el decía que estimaba a su fiel amigo “Venancio” que así se llamaba su mascota y contaba a sus amigos que lo escuchaban con total interés, y les prometió que la próxima borrachera en el mismo bar traería a Venancio para presentarlo a todos sus amigos, todos aplaudieron el gesto y otros rieron. Nosotros solo escuchábamos y también nos comprometimos a venir ese día para ver a su mascota. Quedaron  para el próximo sábado  a la misma hora y en la misma chingana.
Llego el día y  me encontré con mis patas para ir a la cantina a tomarnos unas chelas y poder conocer a Venancio, en el trayecto jugábamos a adivinar que es lo que era Venancio. ¡Es una rata! Dijo el  Chino, no, no creo dijo  Coco me tinca que es un loro. A lo mejor es una araña dijo el  gordo Tavo, puede ser, ese pendejo de Charles creo que es de Huánuco  y a lo mejor trae un cuy  dijo el chato  José, a mi me parece  que puede ser un ratón  o un Hámster  ese huevon parece de Lima y seguro que nos quiere  sorprender con uno de esos animales dije, pero nadie me hizo caso.
Entramos al bar y nos ubicamos en una mesa , el local estaba vacío  nosotros éramos los primeros, pedimos dos cervezas y el chato José se acercó al dueño de la tienda y le dijo algo, luego tomo asiento y en unos minutos escuchábamos la voz de Iván Cruz cantando “Vagabundo”.
A la media hora un grupo entusiasta de borrachos ingresaba por la puerta haciendo mucha sombra, rápidamente se ubicaron justo en la mesa que estaba al lado de nosotros pegada a una ventana gracias a la cual alumbraba el lugar. Allí estaba  Charles  con su casaquita de cuero negro y su viejo  pantalón jean, no vimos nada más, ¿Y Venancio? Preguntó  el  Chino.
_ Shssss cállate huevón
_ Ta, bien ya, ya, tranquilo dijo Coco.
_ Seguro lo tiene en el bolsillo.
_ Si, seguro que es un ratón, por allí va la cosa.
_ Está  entre el ratón y la araña dije, y de nuevo nadie me hizo caso.
Luego de tomarse las dos primeras cervezas  Charles se metió la mano al bolsillo derecho de su casaca de cuero y extrajo a su amigo, a Venancio y lo puso encima de la mesa para presentarlo ante sus patas.
Con asombro y asco vimos encima de la mesa un enorme sapo gordo y pesado de color plomo con manchitas negras en toda su grotesca piel. El batracio se quedó quieto por un momento  inflando su cuerpo cuando respiraba, todos los de su mesa miraban al feo sapo, otros le pasaban la mano por la cabeza, algunos lo acariciaban, “es un lindo animalito” decía Charles mientras lo cogía entre sus manos  y se lo levaba a los labios para darle besitos.
_ Que cochino es ese huevón, dijo el  Chino.
_ Carajo y después va a besar a su germa, acotó Coco.
_ Ese huevón besa al sapo pensando que se va a convertir en una princesa.
Ahora todos me  miraron y se rieron de lo que había dicho.
Seguimos  pidiendo más cervezas y de rato en rato  volteábamos la mirada para ver al repelente animal, Charles le daba de beber cerveza de su vaso  al animal parecía gustarle. Cada mesa tenía un recipiente regular grande para botar la espuma de la cerveza  y no echarla al piso.
Luego de un rato vimos al gordo sapo dentro del recipiente, Charles tomó la botella y llenó el recipiente hasta la mitad, el enorme sapo nadaba en cerveza ante la risa de todos sus amigos. Y lo dejaron allí por un buen rato. Nadie se atrevía  a agarrar al sapo solo su dueño tenía esa potestad así el sapo se estuviera muriendo creo que nadie lo hubiera rescatado. Hasta que su amo lo sacó, lo llenó de besos  y lo puso de nuevo sobre  la mesa, el sapo daba vueltas torpemente, estaba borracho al igual que su dueño, Charles empezó a hablarle como si se tratase de una persona como si fuera un amigo, un padre o un hijo, todos estábamos callados.
Las horas habían pasado y las cervezas se agotaron en la mesa de Charles, sus amigo uno a uno se fueron retirando hasta solo quedar tres en esa mesa :  Charles, un amigo, y su sapo.
Los dos comenzaron a buscar y rebuscarse los bolsillos que por supuesto estaban vacios, Charles se acercó al dueño de la tienda y luego de meterle  un poco de floro pidió dos cervezas al crédito, la negativa del dueño fue rotunda.
_Te dejo a Venancio le dijo.
_ ¿Quién es Venancio?
_ Charles apunto el dedo índice hasta la mesa y  el dueño de la tienda vio al horrible sapo gordo  tirado  sobre la  ella.
_Saca esa porquería de la mesa, como se te ocurre traer esa huevada aquí, no sabes cuantas enfermedades puede tener ese animal.
Charles corrió tambaleante a proteger a su sapo, lo  cogió y se lo metió al bolsillo de la casaca.
Luego se dio vuelta y se percato de nuestra presencia,  se acercó a nuestra mesa y tomó asiento. Tú eres el hijo de la señora  Estela, que tiene su tienda en el jirón  Acolla  le dijo a Coco.
_ Así es, respondió Coco.
_ Yo soy Charles, me conoces, o no, voy a tu tienda llevando mercadería de la distribuidora.
_ Si, te conozco,
_ ¡Salud!
Dijo Charles mientras se servía la cerveza.
Después de un rato sacó al sapo y torpemente lo depositó en el envase lleno de residuos de cerveza, el animal estaba hinchado  y quieto. Parecía estar en shock o sino muerto.
_ Así es él, esta borracho dijo Charles.
Después lo tomó entre sus manos y lo acarició con mucha ternura, como si él fuera un enorme batracio que acariciaba a su cria.Terminados las botellas de cerveza nos retiramos y luego de caminar hasta una esquina nos despedimos de Charles, de su amigo y de Venancio.
Luego de muchos días, vi a Charles por la plaza de Jauja, pasó  de largo sin verme.
Una vez que fui a comprar gas al puente con mi bicicleta, al salir de la tienda me di con la sorpresa de que no estaba mi bici, volteo la mirada y veo a Charles vestido de policía municipal llevándose mi bici hasta un camión, lo alcance y le pedí que me la devuelva, no me hizo caso.
_ Tienes que ponerle placa a tu bici
_ Si pero no te lleves la bici
_Nada, tu bici se va al depósito, y cargo la bici al camión.
_ De nada sirvió haber tomado con él y con su sapo, ya no me reconocía.
Luego de varias semanas, logré sacar la bici del depósito previo pago al consejo y tantas vainas más. Fue la última vez que vi a Charles era el año de 1987.








viernes, 1 de marzo de 2013

EL MISTERIO DE CORALI

















Salió de la chingana a las tres de la mañana, estaba solo, sus amigos lo habían abandonado a su suerte. La solitaria avenida  lucia oscura, melancólica, los escasos haces de luz de los postes de alumbrado público rebotaban centelleando en el  negro asfalto. Uno que otro automóvil  circulaba a muy poca velocidad como si buscaran algo. Joaquín estaba  mareado caminaba tambaleante aspirando su cigarro de rato en rato, llego hasta  una esquina y se detuvo de improviso como adivinando que no llegaría a ninguna parte  en ese estado, retrocedió y se puso de nuevo en la entrada del club nocturno  donde escasos parroquianos esperaban con ansias a que amanezca.
Se acerco lo mas que pudo hasta una anciana que vendía golosinas en una vieja carreta en la puerta del “Acuario”, pidió dos cigarros encendió uno y contemplo por un momento a la vieja dama. Era bella a pesar de la edad, le calculaba  más de sesenta años, de joven debió haber sido un hembron pensó para si mismo. La mujer era de mediana estatura, blanca de piel y el cabello ensortijado teñido de color parduzco, sus ojos redondos y brillantes, mujer  risueña  y coqueta sus carnes aun estaban firmes y sus voluptuosos senos  estaban  apetecibles .Joaquín  sintió una leve  erección , la  exótica y experimentada  mujer lo noto y disimuladamente roso su mano derecha sobre la bragueta de  Joaquín. El se sorprendió y ella sonrió atrevida.
_ ¿Quieres sentarte?
_Está bien gracias.
Y Joaquín tomo asiento en la silla que la mujer le extendió, se acomodó estiró las piernas y cruzó los brazos para amortiguar el frio de la madrugada. ¡Ya falta poco para que amanezca!, murmuró. Mientras ella acomodaba  la mercadería que estaba en el piso y fuera de la carreta en unas viejas cajas de cartón.Luego de un rato ya todo estaba empacado, Joaquín se deleitaba observando las poderosas caderas de la mujer y se extasiaba, el trago le hacía ver y sentir amenas sensaciones con esta señora.
_ ¿Cómo te  llamas  muchacho?
_ Joaquín, y usted.
_ Corali, respondió  sonriente.
_ ¡Bueno!, me tengo  que ir, ya no hay nadie adentro  del local y si hay alguien de seguro esta misio, borracho y calato. Y soltó una carcajada. Joaquín también  sonrió.
Apoyó  las  pecosas manos sobre la carreta para empujar, y Joaquín se levantó de la silla para preguntar.
_ ¿Usted vive cerca?
_ Si. Acá a la vueltita nomás. Indicó con una mano el lado izquierdo de una esquina.
_Si quieres me puedes acompañar. Pero empujarás la carreta. Dijo la mujer.
_Está bien, dijo Joaquín, además ni cagando me quedo acá solo y miró de reojo a los pocos borrachos que se quedaban en  la puerta del “Acuario”.
Caminó unos pasos empujando con dificultad la carreta y escuchó una voz aguardientosa que le gritaba. ¡Provecho jugador!, y  los demás rieron con ganas. Joaquín ignoró lo escuchado y siguió a la mujer.
Llegaron a la esquina y doblaron  para la izquierda, a mitad de cuadra un grupo de muchachos tomaban licor en la puerta de un callejón. Cuando estuvo cerca pudo ver los rostros más amenazantes la facha de los tipos lo decía todo.
_No tengas miedo, nada te pasara nadie te hará daño le dijo la mujer mientras lo miraba con deseo.
_ ¿No me dirá que usted vive allí?
_Si, es  una vieja quinta, casi tiene mi edad yo vine aquí de chibolita, esos  haraganes no te harán daño, confía en mí.
A  Joaquín no le quedaba otra  y caminó  agachando la cabeza para ocultar su miedo y su embriaguez. Se abrieron paso por en medio del grupo de muchachos que tomaban y fumaban pasta y  también esperaban el alba para guardarse.
Caminaron por un estrecho callejón hasta detenerse en la última puerta  que era la única que estaba adornada  con varias macetas de flores que perfumaban el ambiente, Corali  saco sus llaves del bolsillo y abrió la cerradura.
_Deja la carreta allí pegada a la pared y pasa.
Joaquín, ingreso a aquel aposento y quedo  asombrado, era pequeño, de dos ambientes. La primera habitación hacia de sala comedor y cocina, todo estaba muy bien ordenado y cada cosa cuajaba en el lugar que se encontraba. La dama empujo la puerta de la segunda habitación  e invito con la mirada y la sonrisa picara a que ingrese Joaquín.
_ Puedes acostarte un rato si lo deseas, mientras preparo un poco de café.
Joaquín, se sentó al borde de la cama  se sacó los zapatos  y se tendió  de largo y clavó la mirada en el sucio techo, el lugar le era extraño, triste, anticuado, pero se sentía seguro. En cierta forma esa mujer lo protegía. El reloj del celular marcaba  diez para las cinco de la mañana.
La mujer ingreso al cuarto llevando una taza de café en cada mano, dejó  las tazas encima del velador  y se recostó al lado de Joaquín y también  se puso a mirar el techo. Joaquín sonrió y se hizo el loco.Corali suspiro profundamente y le preguntó  que le parecía todo eso, que el ahora estaba en la cama de una  vieja desconocida y rio. Joaquín le dijo que ella ya no era una desconocida para él, y por el contrario le agradecía mucho que  lo acogiera en su casa.
Luego de unos minutos se sentaron en la cama y sorbieron el café cargado que ella había preparado.
_ Te hará bien para la resaca (le dijo)
_ Joaquín solo agradeció con una sonrisa.
_ ¿Tienes hijos?  . Pregunto Joaquín.
 _ ¿Hijos? No, nunca pensé en tener hijos, además nadie querría ser  un “hijo de puta”, en el buen sentido de la palabra.
Joaquín quedó  sorprendido, ella le estaba insinuando que en su juventud y parte de su madurez se había dedicado a ejercer el oficio más antiguo del mundo.
Sorbo tras sorbo de amargo café  ambos fueron confesándose. Ella le comentaba que gracias a lo que fue había gozado de muchas cosas, de muchos placeres y de muchos excesos también. Le conto que gracias a sus ocasionales amantes y clientes había recorrido casi todo el mundo, le dijo que había estado en Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Estados Unidos, y también por parte de Europa. España,Portugal,Francia,Alemania,Grecia,Chipre,Albania.Tambien le conto que se fue a vivir con un chipriota por un tiempo pero que eso no funciono y se largo  de buenas a primeras  con un negro marroquí a quien encontró muerto a los pocos días cerca de su casa.
_ A lo mejor lo mató  el chipriota dijo Joaquín.
_ No creo, tú sí que tienes imaginación le dijo y Corali empezó a reírse.
Dejaron las tazas vacías sobre el velador y se estiraron de largo en la enorme cama, era enorme para una sola persona.
Quedaron quietos por un momento y suavemente Corali fue acariciando el pecho de Joaquín con su delicada y tersa mano, deslizaba los dedos con destreza  le hacía cosquillas a Joaquín, que lucho por mantenerse sereno y quieto. Luego fue deslizándose hasta el vientre y ella cerraba los ojos imaginando  muchas cosas placenteras, así llego hasta el sexo de Joaquín, lo sintió duro, erecto, prominente,  ávido de querer salir de su prisión. Con destreza  libero el  palpitante miembro  lo froto suavemente y se lo engullo en la boca y le practico un sexo oral mejor de las que él había visto en las películas porno que compraba en polvos azules.
Joaquín cerró los ojos, mientras Corali succionaba  frenéticamente y  el pobre  no pudo resistir más y descargo un torrente  en la boca de Corali, ella siguió por un rato más y luego  quedaron  rendidos en la cama.
Afuera el alba empezaba a iluminar el día. Corali, estaba semidesnuda con los enormes pechos afuera deleitando la vista de Joaquín que para eso ya se le había pasado la borrachera, pensaba en contar esa anécdota a sus amigos del trabajo que lo dejaron solo en el nihgt club. A las siete de la mañana  Joaquín abandonó el viejo callejón acompañado de la dama, se despidieron con un beso y el  prometió regresar lo más pronto posible, caminó por la avenida solitaria y luego de esperar un rato abordó un bus, hasta el hospital  Dos de Mayo, allí era donde trabajaba Joaquín como enfermero, durante el trayecto quedo pensando en Corali, es encantadora se decía, es linda  y tiene sus cosas  me gustaría verla otra vez, meditaba. Al cabo de una hora el bus llego a su destino, Joaquín  bajó  y caminó apurado  marcó su tarjeta y se dirigió a cambiarse para trabajar.
A la semana siguiente, aprovechó su día de descanso y se dirigió al callejón a visitar a Corali, tenia esas ganas de verla o tal vez  le había gustado la espectacular mamada que le había hecho, tomó una combi que lo llevaba  hasta el lugar, se bajó  en la avenida y caminó nervioso la media cuadra restante, miró de reojo la puerta cerrada del Acuario y dobló  la esquina, al llegar al frontis del callejón  notó  que estaba enrejado, no se percató  ese día que la puerta tenia rejas, paso de largo y luego de unos pasos decidió regresar, justo en ese momento una señora salía de la quinta, Joaquín la saludó y le preguntó  por Coralí.
_¿Corali ?
_Si, vive en  el cuarto del fondo.
_Acá no hay nadie con ese nombre, y el cuarto del fondo hace años que nadie lo habita, ahora lo usamos como depósito.
_ ¿Deposito?
_ Si, deposito, allí guardan sus carretas algunos comerciantes que venden en los alrededores.
_ ¿Puedo entrar para ver un ratito?
_ Sí, claro.
Joaquín  camino apresurado  por el mismo callejón por donde  la  semana pasada empujó la carreta de Coralí, llegó  a la puerta del último cuarto y no había ni un macetero y ni una planta, diviso por la pequeña ventana y solo vio un cuarto vacio que olía a humedad, unas cuantas carretas y triciclos estaban guardados allí, la señora que abrió la reja tenía razón, ese cuarto era un deposito.
Asustado regresó  y no preguntó mas a la señora, caminó hasta la puerta del Acuario y vio a un muchacho que hacia la limpieza, preocupado le preguntó si conocía a la señora que vendía  golosinas  en las noches allí justo en la puerta del local. El joven negó conocerla es más, nadie vende golosinas acá afuera los dueños del Acuario lo prohibieron hace años. Joaquín quedó perplejo al oír esa respuesta.
_ Si deseas saber más, puedes regresar en la noche. Creo que el negro Raúl te puede ayudar en eso, el sabe muchas cosas de este barrio.
_ ¿Y donde vive el negro Raúl?
_ Acá a la vuelta en una vieja quinta, si quieres anda ahorita y preguntas por él, allí debe de estar  solo sale de noche  y se viene a limpiar los carros de los clientes del Acuario.
_ ¿Así?
_Si, vive en el último cuarto de la quinta al fondo.
Joaquín quedó  más confundido todavía y asustado se retiró sin  escuchar  ni averiguar más, quedó pensando que es lo que había sucedido en realidad esa noche en que conoció a Coralí, varias hipótesis rondaron su mente. Desde ese día Joaquín  ya no es el mismo.