viernes, 15 de marzo de 2013

MIRIAM






Foto tomada en marzo de 1996. © Domingo Martínez Castilla




Visitaba el cementerio de Jauja, aprovechando mi viaje, la paz y quietud del camino hasta llegar al camposanto invitaba a pensamientos y recuerdos  de la época pasada de mi niñez y adolescencia, los recuerdos se posaron en mi mente como ráfagas de viento fresco, recordé  los tristes momentos en que me toco despedir a mis abuelas, de hecho les llevaba  las flores y las volvería a  “ver” después de algunos años.
Recordé algunos entierros bulliciosos  con  orquestas y banda de músicos que a pesar de eso no dejaban de ser tristes ,recordé otros sepelios  más solemnes, y en épocas de todos los santos y en el día de difuntos recordé los tristes y melancólicos responsos que los familiares de los muertos  mandaban  hacer frente a los nichos ,  que sin querer queriendo te hacían derramar  algunas  finísimas y tristes lágrimas.
Luego de colocar las flores a las abuelas me senté por un momento  en la hierba bajo el radiante sol y cielo azul  jaujino adornado de escasas  y  blanquísimas nubes, contemplé  el inmenso  camposanto  que poco a poco se estaba poblando, contemplé  el largo y céntrico  pasillo  flanqueado por verdes cipreses, me acerqué hasta una de las piletas y mojé mi cabello con esa agua  fría, agua fría de Jauja.
Caminé  errante bajo las miradas extrañas de algunos presentes, caminé por entre los pabellones  mirando los nichos  y mausoleos  de los que yacían allí para siempre, nichos de toda clase y  de gustos singulares, mausoleos pétreos y marmóleos, grandes y chicos, viejos y nuevos, cuidados unos y abandonados otros, me parecía estar en un museo  contemplando  obras de arte. Aunque algunos lo son en realidad.
Contemplar los nombres y las fechas  en un cementerio siempre cautivo mi atención y mi curiosidad  y aquí  en Jauja  tenía todo el tiempo del mundo para seguir observando una y otra vez  a mi regalada gana lo que  tenia frente a mis ojos.
Fue así que en ese  paseo  me topé con los nombres  de algunos conocidos, y me hice una pregunta :  ¿Serán ellos?, me detuve a verificar los nombres y las fechas todo coincidía “son  ellos”, la muerte había  venido para llevárselos a muy temprana edad, la muerte implacable llegó  a Jauja  y se llevó  a mis amigos de escuela, a mis amigos de colegio, a mis vecinos, tan jóvenes y ya no están, se  fueron  para siempre.
Seguí recorriendo los silenciosos  pasadizos floridos  y para mi sorpresa tropecé con tu nombre.
¡No lo podía creer!
Eras tú Miriam, si tú, que un día me pediste ser tú pareja de promoción, que luego de eso nos llegamos a conocer mejor, y fuimos buenos amigos, aunque me hubiera gustado ser algo más. Recordé a tus hermanas y  recordé la última conversación que tuvimos  habías llegado de Lima y me contaste tus sueños y tus proyectos, y nos aconsejamos mutuamente y te dije que también pronto me iría  a Lima, y sonreíste.
Recordé  las fiestas de carnavales aunque bailé con tu hermana a pedido tuyo, pero  me hubiera gustado bailar contigo, pero bueno así es la vida, recordé  la foto que nos tomamos ese día de la fiesta  de tu promoción, y contemplé  en ella tu sonrisa dulce y serena, te recordé a ti que ahora ya no estás.
Recordé que un día  pensaba encontrarte  en Lima, en Jauja, o en algún otro  lugar pero nunca  pensé encontrarte aquí.
Descansa en paz amiga, de vez en cuando vendré a “verte”.


Enero, del 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario