miércoles, 12 de octubre de 2011

CON LA MISMA MONEDA









La vi hermosa sentada en la banca de un concurrido parque miraflorino, tenia en sus manos un libro y lo leía atentamente, lentamente me acerqué con la intención de hablarle.




¡Hola!



Saludé, poniéndome justo delante de ella observando su belleza madura.



Ella, sorprendida y abriendo sus hermosos ojos color miel sólo se limitó a observarme toda indiferente, de pies a cabeza en contados segundos.



¿Qué libro estas leyendo?



Interrogué amablemente, para iniciar una conversación.



No creo que te interese ...... contestó fría y de manera cortante. Acto seguido se puso de pie acomodó su enorme cartera en su hombro izquierdo y abriéndose paso dándome un leve empujoncito con con el mismo brazo, empezó a caminar presurosamente.



Me quedé lelo, y sólo contemplé su esbelta figura de mujer madura alejándose de mi vista muy rápidamente.



Ignoré a las decenas de transeúntes que por allí pasaban y me senté en el mismo lugar donde ella estaba sentada hacia un minuto, contemplé panorámicamente la soleada plaza y sus sombras, acto seguido me puse a hojear mi libro de Mitología Griega y me detuve en la página cuarenta y dos que estaba marcada y continué con la lectura.



Al cabo de un rato una melodiosa voz femenina interrumpía mi lectura para preguntarme lo siguiente:



¿ Y tú que libro estas leyendo?



Sorprendido levanté la mirada y vi a la misma dama que hace algunos minutos había hecho yo la misma pregunta, pero ahora estaba con unos enormes lentes de sol y un vaso de pepsi en la mano, con un enorme sorbete rojo y aireándose con su libro de color azul.



La contemplé por pocos segundos y le respondí:



No creo que te importe lo que leo.



De inmediato cerré mi libro no sin antes marcar la pagina cincuenta y seis, me puse de pie y empecé a caminar lentamente pensando en la maldición de Atenea sobre la diestra Aracne.



Sólo pude percibir que ella intentó seguirme caminando unos cuantos pasos detrás de mí pero al sentirse ignorada desistió de su intento.



Seguí mi camino con pasos lentos y firmes cubriéndome la vista del sol con mi libro de Mitología Griega y me perdí entre la gente que caminaba por la avenida Pardo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario