sábado, 22 de mayo de 2010

MI ABUELA MARIA


Agosto, mes de recuerdos en mi vida recuerdos alegres y recuerdos tristes, fue en agosto de hace muchos años que falleció mi abuela paterna aun era un niño pero los recuerdo como si fuera ayer y nunca olvidaré aquellos cortos años en que gocé de su presencia y de su cariño y me bastaron para conocer la inmensa bondad y humildad que tenia esa gran mujer mi abuela Maria.
Recuerdo que con mi padre visitábamos casi a diario la casa de mi abuela que vivía en el distrito de Sausa Tambo en Jauja, mi viejo me llevaba en su moto casi todas las tardes y los sábados y domingos en las mañanas ya estábamos en casa de la abuela. Al llegar traspasábamos el enorme portón de madera cruzábamos el patio y mi abuela sentada al pie de la puerta de su cocina tomando los rayos matinales del sol y masticando su coca, sola, tranquila, acompañada de sus mascotas dos perros chuscos que empezaban a ladrar y mover la cola dándonos la bienvenida, la saludaba con un solemne beso y recibía sus cálidas caricias acompañadas de algunas palabras y sus preguntas indagando por mi madre.
Ingresaba a la cocina y notaba las nubes de humo tenue que despedía su vieja vicharra negra, como el carbón de la leña que ardía y sobre la mesa encontraba las fuentecitas de madera llenas de cancha y de habas tostadas y del pan serrano que ella preparaba, mi abuela nos servia el café y me exigía con ternura a degustar el pan y la cancha así era mi abuela con su edad avanzada pero mujer humilde que junto a su pobreza y soledad supo ser feliz a su manera. Hasta que en una de esas visitas una tarde la encontramos muy mal acostada en su cama con la respiración entrecortada y fuertes ronquidos mi padre se puso nervioso y preocupado, tuvimos que dejar la moto y buscar un taxi para llevarla a Jauja.
En nuestra casa la tuvimos con nosotros ya convaleciente y velando por su precaria salud atendiéndola, cuidándola las visitas de los médicos eran frecuentes a veces mejoraba un poco y se ponía a hablar con nosotros otras veces empeoraba y así fueron pasando los días entre la esperanza y la angustia yo la tenía cerca postrada en la cama y no la quería tener así sino la quería sana otra vez. Hasta que una noche la vi muy mal mis padres me ordenaron que tenia que irme a dormir que ellos se quedarían a verla, me retire a mi habitación y contemplé consternación en los rostros de mis padres a pesar de todo pude conciliar el sueño y dormir tranquilo. Al despertar por la mañana todo era diferente los ajetreos de mis padres, de la familia y algunos vecinos me indicaban que mi abuela había muerto se había ido para siempre para vivir desde ese día solo en mis recuerdos.

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